29 septiembre 2009

Ricky se quita la espina del Aneto

Para muchos de nosotros la espinita clavada es el Aneto. Sus 3.404 metros de altitud siempre se nos han resistido, aunque hay que decir que el aborto de la ascensión siempre se ha hecho antes del día señalado, y siempre por condiciones meteorológicas y poca preparación previa. Por hache o por bé, siempre fue la espinita clavada. Hoy su altitud es moco de pavo para Ricky y Pedro, el compañero de trabajo que lo acompañó. Aquí va su relato, extenso, pero lleno de información y curiosidades. Hay que leerlo.



Camino del Refugio de la Renclusa
Desde Llanos del Hospital andamos por el valle hasta la Besurta. Unos 90 minutos. Un paseo tranquilo, que empieza en un prado de hierba alta, recorrido por un río tranquilote, y que sube poco a poco. A medida que subes, van apareciendo pinos hasta llegar a la Besurta. Allí el valle ya tiene pendiente y el río ya no es tranquilote, aunque lleva poca agua. En la Besurta empieza la subida al refugio de la Renclusa. Típica subida entre pinos rodeado de verde y que se hace muy cortita: 30 min. Llegamos a mediodía, el refugio estaba vacío. Yo tenía un poco de miedo del estado del refugio. En internet no lo pintan muy bien, porque dicen que se junta demasiada gente, que la comida es escasa, mucho ruido y ronquidos, y porque dan poco servicios por el precio que te cobran (según dicen los turistas), y porque ofrece demasiados servicios para ser un refugio (según los más montañeros). Para mí estuvo de lujo, te dejaban una chanclas para dentro del refugio, y así no andar con las botas ensuciando el suelo. Tienen duchas, baños, y los dormitorios son de unas cuatro literas.

Ese día subimos a unos laguitos cercanos a comer y hacer algunas fotillos. Un día de lujo, con sol y tal, pero sin calor... 2.000 y pico metros de altitud, y se nota. Aprovechamos lo que quedaba de tarde para preguntar a unos guardias civiles de montaña cómo está la subida, y que nos enseñen a atarnos los crampones (alquilamos crampones y piolet en el refugio).Cenamos prontito, a las 19h y después de unas lecciones de guiñote nos vamos a dormir. Pronto porque hemos decidido levantarnos a las seis. Al día siguiente, la gente se pone en movimiento muy pronto; a las 4:30 o así, y aunque la gente se cuida de no hacer ruido, sobre las 5:30, Pedro y yo nos damos cuenta que ambos estamos despiertos y como no vamos a conseguir dormir más pues nos ponemos en marcha.

Salida hacia la cima
Todavía es de noche, así que encendemos el frontal y para arriba. Arriba en la senda se vislumbra una serpiente de luces que sube lentamente. Alcanzamos a un grupito de franceses que van con guía y nos ponemos a rueda hasta que el sol naciente ilumina lo suficiente para ver el camnino y aprovechamos una de sus paradas para adelantarlos. El camino hasta entonces es tierra, roca y algo de cesped. Bonito, pero duro.

Entonces empieza el mar de piedras. Piedras, piedras y más piedras. De todos los tamaños y formas. Y el camino no deja de subir. Además aquí el camnio desaparece y aparecen los hitos. Montoncitos de piedras que marcan el camino. El problema es que hay hitos un poco por todos lados. Lógico, porque marcan el camnio en un mar de piedras; realmente puedes ir casi por cualquier sitio. Esquivando bloques de varios metros, aprovechando otros para seguir subiendo... y más piedras.Seguimos subiendo y alcanzamos a un grupito (valencianos) que van perdidos como nosotros. Ya somos seis. El objetivo es alcanzar el portillón superior. El mar de piedras te lleva a una cresta muy afilada, que tiene una pequeña obertura (el portillón superior) que da acceso al glaciar del Aneto... Pero lo que se dice glaciar está todavía a más de una hora de otro mar de rocas. Además ahora el terreno es cuesta arriba pero ondulado. Subes y bajas, subes y bajas, pero con cada colina coronada vas ganando altura. Pero claro, casi que la subes dos veces... Además, el glaciar se deja de ver por estar protegido por una pared de roca.

Primera meta: El glaciar
Una hora después, por fin, alcanzamos el glaciar. Allí espero a Pedro (me había adelantado para buscar el mejor camino), guardamos los bastones, nos ponemos los crampones y sacamos el piolet. Yo pensaba que eso de piolet y crampones es una exageración, pero no. El glaciar en verano se funde de día y se congela de noche. El resultado es hielo duro y agua, en vez de nieve blandita. Además el hielo al fundirse crea formas extrañas, puntiagudas y peligrosas en caso de caída (recomendables los guantes, por si acaso). En el glaciar se sube a media ladera, en diagonal. La subida es larga otra vez pero se agradece el cambio de aires. El glaciar y los crampones son una novedad para nosotros, y eso hace más entretenida la subida.

Vamos alcanzando a otro grupito y, vaya, son el grupo de franceses con el guía. ¿Cuántas vueltas hemos dado subiendo para que estos nos adelanten? ¿Por donde han subido? Entonces el colista del grupo nos suelta en inglés (bastante patatero), que continuemos, que nada de ponerse a rueda de su grupo, que ellos han pagado al guía y nosotros no. Era el único español del grupo de franceses. Vaya gilipollas. A nuestro grupito no parece afectarle (cansados, pasan de sus idioteces), pero a mí me arde la sangre por dentro, y me prometo que aunque tenga que subir arrastrándome llegaré a la cima antes que él.

Como la cima ya se ve desde aquí, se lo digo a Pedro y empezamos a movernos. El grupito del guía ha llegado a un islote de piedra en medio del glaciar. Es grande y hay que atravesarlo, pero vemos que los ‘enemigos’ no se quitan los crampones y van con ellos por las piedras. Pues nosotros no vamos a ser menos, y así perdemos menos tiempo, porque 5 minutos más tarde estamos otra vez en el glaciar. Aprovechamos una parada del otro grupo para adelantarlos y Pedro quiere parar. Yo le digo que tiremos para arriba. Antes muerto que dejar que ellos llegen antes que yo. Ahora el glaciar se sube por la línea de máxima pendiente. da un poco de cosa, pero esto si que se hace duro, y empieza a notarse la altura. Y entonces, se acaba el glaciar.

El paso de Mahoma
15 minutitos más de subida y alcanzo el paso de Mahoma (Pedro se ha quedado atrás, porque voy como una moto). Había oido hablar mucho de él. Es un paso estrecho, con pendientes de 400 metros (por decir algo) a cada lado. Pero no estaba preparado para esto. Joder, si además tienes que ir sorteando, subiendo y bajando piedras para atravesarlo. La verdad es que me digo, lo tienes que pasar o has perdido. Con cuidado, y con un nudo en el estómago, lo atravieso.¡Y ahí está la cima! ¡Qué fea es! Un vértice geodésico, un pilón con una Virgen del Pilar, y una cruz. Todo rodeado de... ¿adivinas? Eso es, más piedras. Después me he enterado que la cruz la subió el Club de Montaña de Cataluña (o algo así), y la Virgen la subieron unos montañeros aragoneses con un cura... que resulta que bautizó a mi madre, a mis tías y luego ¡las casó a las tres! El tipo subió a la cima del Aneto, hace 50 o 60 años ¡y con sotana! De Teruel tenía que ser, qué cojones. Luego les pilló la noche, y les tocó dormir al raso, sin equipo (bueno, el equipo de época) y pilló no se qué por el frio y perdió el bazo o el riñón o algo así. De locos.

En la cima, a 3.404 metros de altitud
Mientras hago tiempo esperando a Pedro (se le han atragantado las últimas rampas), unos chicos me ofrecen unos plátanos. Me sabe mal aceptarlos, pero insisten y me dicen: “Mira, los he subido hasta aquí y estoy hasta la polla, y desde luego no quiero bajarlos”. Con esos argumentos, me dejo convencer y me da dos plátanos para mí y dos para mi ausente compañero. Sin que yo se los pida. Eso es camaradería y no lo del español gilipollas. Media hora después llega Pedro, nos hacemos unas fotos, nos tomamos unos kit-kat y viendo algunas nubes que se acercan, decidimos bajar. Al final con la tontería hemos estado una hora en la cima. El paso de Mahoma ya no impresiona tanto (la novedad ha pasado) pero sigue habiendo algo en el estómago...

El duro descenso
La bajada por el glaciar impresiona más. Bajas por una pendiente de hielo... muy empinada... y de cara a la pendiente... una pendiente de yo qué sé, ¿un kilómetro de bajada? Un pasote. Pero es increíble lo que se agarran los crampones. Parece mentira. Atravesamos el glaciar y otra vez está aquí el mar de piedras. Qué pereza otra vez. Y además volvemos a coger el camino que no toca. Vamos dando tumbos hacia el portillón, lo cruzamos y bajar por un camino distinto al de subida. Claro, la subida había sido infernal. Pues el camino escogido tampoco es el bueno. A mí me duele la rodilla derecha y empiezo a andar como Robocop. Esta vez el camino es más duro, en algunos tramos complicado, pero por lo menos se ve verde y no es un puro mar de piedras como la bajada. Algo es algo. Y además se ven los lagos que visitamos la tarde anterior, y allí abajo, pequeñito, el refugio.

Llegamos al refugio, y son las cinco de la tarde, recogemos los trastos que hemos dejado allí, devolvemos crampones y piolet, pagamos la cuenta y para abajo.A estas alturas del día, la rodilla ya me duele bastante (al hacer movimiento de bajar un escalón), y cada vez me apoyo más en los bastones, pero ya sueño con la Besurta. Allí se puede coger un bus que lleva a Llanos del Hospital, pero Pedro me propone seguir andando. Pienso que ni de coña, pero de mi boca sale un “bueeeeeno, si insistes”. Así que dos horitas más de excursión hasta el coche, y bajamos a Benasque.

Gracias, Ricky, por este relato y por tus fotos. ¡Enhorabuena!

28 septiembre 2009

Dura semana con La Frontera de postre


La semana ha sido larga y dura -por eso el careto de aquí arriba-, porque salvo el miércoles, todos los días ha habido que sudar. Ya se sabe, que si estoy de vacaciones...

Lunes 45 minutos con la Pepa corriendo hacia el pantano de Bellús para empezar a preparar la Media Maratón de Valencia de noviembre. Posiblemente, si puedo cuadrar el calendario y no llego tarde a las inscripciones, también me apunte.

Martes 75 km con salida y llegada a Benigànim, y el Portitxol y la subida desde Aielo de Malferit por el medio. Preciosa como siempre, dura pero tranquila, y la vuelta por la autovía volando. Ontinyent-Benigànim, 30 km, en 55 minutos. Me encanta.

Jueves una hora de entrenamiento de carrera con la Pepa por el Parc Natural de El Saler, con trote entre pinos y los humedales, y series de velocidad muy bien llevadas por ella, y por la tarde 50 km de bici llanos hacia El Palmar y una hora de carrera a pie justo al acabar, con Luis Vives por el río de Valencia. Fue el peor día, porque Lucchino me llevó a un ritmo alto y yo no supe decir que no...

Viernes 80 km de bici de nuevo con Luis Vives y Diego hacia Olocau, renunciando Luis y yo a la subida de El Pico, por cansancio, todo sea dicho. Cambiamos la subida de 15 km por un almuerzo de napolitana de jamón y queso y Coca-Cola en un banco al sol. Bien hecho.

Sábado otros 80 km con otro Luis -Luis Cortés-, que celebró su segunda paternidad con su estreno en La Frontera, el puerto valenciano que más se asemeja al temido Marie Blanque francés. El principio no es duro entre los chalets, pero luego se empina un poco más y sobre todo lo que pesa es que no tiene ni un descanso. Casi 5 km con alguna rampa del 16%. La siguiente foto, con Luis seseando y retorciéndose, lo dice todo.



Antes de las rampas duras hubo tiempo para sacar fotos. Al fondo, alguien nos persigue.

Desde aquí se ve la provincia de Castellón al fondo. Bonitas vistas donde nos lleva la bici.



Luis, en el día del debut en uno de los puertos nuevos de Valencia, asfaltado desde hace relativamente poco tiempo.

25 septiembre 2009

Video: Una de cansalà

Tengo unos maravillosos amigos en Ontinyent (repito: maravillosos) que me han hecho pasar muy buenos ratos con el deporte y sin él. Han sido todo en mi vida, porque he hecho de todo con ellos y hemos crecido juntos. Actualmente salimos en bici de montaña siempre que podemos, y la última vez quedó constancia en unos videos y fotos que esta semana he definido con otro video editado. Desde aquí, un abrazo enorme a toda la gente de Cul Arrere y Cansalà, que, si se me permite, es lo mismo, es decir: La Penya.




Las imágenes son yendo a Fontanars por el camino de Gamellons. Una zona muy bonita sobre todo desde hace unos años, cuando el bosque ha estado recuperando el terreno perdido a la ceniza que en su día lo invadió todo... hace 15 años.

23 septiembre 2009

Ariadna Tudel en el Mundial

Amo a la gente esforzada. Creo que hay que valorar al que sufre sabiendo que las posibilidades de éxito son escasas. Pienso que tiene mucho mérito saber que si vas a estar entre los grandes es para sufrir, para no pasarlo ni bien ni mal, sino fatal, y que pese a todo tu cuerpo y tu mente te piden ir y probar.

Hoy presento aquí a Ariadna Tudel, una deportista andorrana que va a estrenar los colores de su país en el Campeonato del Mundo de ciclismo en carretera. Será este próximo sábado a partir de las 9.00 por las carreteras de Mendrisio (Suiza), y será su oportunidad de darlo todo.


Foto: Tony Lara

Ariadna no ganará. Puede que ni siquiera acabe. Como poder, todo puede ser, pero no es importante lo que haga, lo importante es lo que ha hecho. Estará en Mendrisio con las más fuertes, y eso es para ella (debe serlo) un honor. En la vida de un deportista de este nivel los objetivos siempre deben ser altos, y como mínimo, estar presente. Unos Juegos Olímpicos, un Mundial, una cita grande grandísima como esta, es un premio.

Desde aquí mi enhorabuena a Ariadna y, por supuesto, todo mi ánimo y mi poca fuerza, pero toda la que necesite. ¡Vinga Ariadna! ¡Molta força!

Sólo un consejo: Olvídate y disfruta, Ariadna. ¡Disfruta!

22 septiembre 2009

Video: Travesía de Raimon por Andorra

Hace unas semanas, tal vez un mes o más (la noción del tiempo me supera...) Raimon vino a Andorra a hacer cuatro días de travesía por estas montañas. Se ganó una entrevista y un video con fotos de su experiencia.





(Las necesidades de internet me han obligado a reducir el peso del video, y el rótulo por razones que superan mi conocimiento se ha cortado, pero vuestro conocimiento os hace ver que pone Andorra; También decir que hay fotos repetidas, y que las he dejado porque el montaje del video ha sido un infierno informático y al final, me he rendido, y mejor que se quede como está)

20 septiembre 2009

Duatlón d'Ordino: reencuentro con la dignidad

El sábado hice el Duatlón de Montaña de Ordino. 9,7 km de puerto en bicicleta, y luego ascensión a pie al Casamanya. La salida en Ordino, a 1.298 metros de altitud, para llegar a la cima del Coll, lugar de transición, a 1.980 m., y luego subir a pie hasta los 2.740 m. del Pic del Casamanya. En total, un desnivel de 1.442 m. La media subiendo el puerto, de 14,2. Lamentable.







Aquí va un reportaje en primera persona de la carrera:

Ordino. Sábado. 10.05 de la mañana. 8 grados y poca gente por la calle. Una veintena de ciclistas en la línea de salida. Judith da la salida, neutralizada hasta la primera parte del puerto. Allí los buenos van dos metros por delante, cuatro, seis, diez, veinte, cincuenta... ya no se les ve. El intento por aguantar la rueda de Sophie Dusautoir y Ariadna Tudel dura lo que dura. Poco. Un kilómetro y lo dejo correr. No puedo. No hay ritmo, no hay fuerza, no hay nada. Adecúo el pedaleo, la respiración y la mente, y pienso en hacerlo tal como sé. Poco a poco. El Coll d’Ordino es duro. A los cinco kilómetros me adelanta un hombre que tiene, seguro, diez -o más- años que yo. Empiezo a pensar en mi dignidad.



Antes del calentamiento, con el dorsal que luego tapé por el frío: 8ºC.


En la linea de salida, pelado de frío.










Estabilizo pulsaciones, pedaleo y ritmo. Disfruto un poco, ahora sí, y llego arriba: transición. De un salto dejo la bici en manos de Agustí, me olvido de ella y busco las zapatillas. Cambio el calzado y a correr hacia el Casamanya. Los músculos alucinan, la dignidad bajo mínimos. Paro. El culo tiembla, los gemelos no responden.




Ariadna Tudel y Sophie Dusautoir, en plena ascensión. Un día hablaré de estas dos máquinas...









De nuevo en carrera, la respiración se complica, pero no tanto como las pendientes. Una primera loma y me pasa Carles -es su terreno-, después Josep Maria -nos miramos y nos preguntamos el porqué de este sufrimiento- y poco después otro que no conozco. Llego a la cima del Casamanya y meta del Duatló d'Ordino y, cuando creo que no tengo remedio, allí está mi dignidad, a pesar de haber acabado a más de 22 minutos del ganador, el incombustible Francesc Poujarniscle.

Me adelantan sin remedio. No había nada que hacer.

Francesc Poujarniscle 'Putxi', en la transición. Acabaría ganando.


Mi transición, unos diez minutos después que los 'rebecos' andorranos.














Ahí va el forastero de las llanuras valencianas, desafiando pendientes. Dos minutos más tarde pararía, mirando al suelo y pensando: me muero.

Por favor, que alguien aplauda a este señor, que prefiere desafiar leyes naturales a quedarse en casa un sábado por la mañana.


Tiempos finales:
CATEGORIA MASCULINA

1. Francesc Poujarniscle 1h 10min 31s
2. Xavi Teixidó 1h 13min 37s
3. Toni Casals 1h 14min 40s
...
15 (creo). Rafa Mora 1h 32min 39s

CATEGORIA FEMENINA
1. Sophie Dusautoir 1h 22min 26s
2. Imma Mascort 1h 34min 54s

18 septiembre 2009

El cielo se rompe



Nos ha amanecido estos últimos días con este cielo. Esas nubes luchando contra el sol por ganarle terreno me han recordado a Astérix y Obélix, cuyo único miedo como buenos y bravos galos es que el cielo caiga sobre sus cabezas. No diré tanto, pero en cierta manera simbólicamente el panorama es como si tal cosa.

Porque se han acabado los pantalones cortos, las camisetas y las chanclas, y de golpe, como si el cielo hubiera ganado la batalla al sol reinante en este espléndido verano, hemos sacado las chaquetas y los calcetines largos. "Alea jacta est", que diría Julio César. "¡Salud, Julio!", contesta habitualmente y con gracia Astérix.

17 septiembre 2009

Anochecer en l'Albufera y El Palmar


Una de las innumerables barracas en la calle principal de El Palmar.

Una de las cosas que más me gusta hacer cuando voy a Valencia es comprobar que l'Albufera está como siempre. Bonita bien bonita y algo sucia, como es su estado natural. El mejor momento para visitarla es siempre al anochecer, pero se corre el peligro, en mi caso por ir en bici, de extasiarse de tal manera que la misma noche se te eche encima, y el camino a casa sea peligroso, pese a llevar la luz trasera. Los locos coches, ya se sabe.



En mi última visita, antes de grabar el video que habeis visto, me fui hasta El Palmar para visitarlo más a fondo, ya que en mi vida sólo estuve en una ocasión, para comer una paella como manda la tradición. Es el típico pueblo valenciano de calles largas y perpendiculares, con casas bajas de dos alturas como máximo, con persianas echadas y la vida en su interior, y los abuelos y los no tan abuelos en sus aceras, hamaca en culo, pasando la tarde a la fresca.


Uno de los pasatiempos del jubilado valenciano es pasar la tarde a la fresca en la puerta de casa.

Pero El Palmar es curioso porque se envuelve por acequias. Una en la parte Oeste, la de aquí abajo con las barcas amarradas y los arrozales a su izquierda, y otra en la parte Este, donde los campos se extienden casi hasta el mar. La verdad que estar allí es una gozada, además de por la imagen, también por el olor.


Una de las acequias que envuelve El Palmar, con las tradicionales barcas amarradas.


Me vais a perdonar, pero el nombre de la calle no tiene desperdicio.


Los arrozales sólo se separan del pueblo por la acequia que los riega.

También las barracas, por supuesto, son su punto más bello y tradicional. Son varias las que conviven en la calle principal con edificios de la nueva estética valenciana: puerta en el medio, una ventana a cada lado, balcón en la parte superior con hierro forjado y otras sendas ventanas. Todo muy sin sentimiento. La barraca lucha por amoldarse al siglo XXI. Lo tiene difícil, pero gusta ver cómo algunos luchan porque lo consigan.


Quisiera recordar que es ella la que me lleva a todos estos sitios.

15 septiembre 2009

Dos días por Kiev



Hoy os invito a viajar a Kiev. Allí estuve un par de días locos, como siempre que se viaja por trabajo e intentas combinarlo todo con un poco de turismo. Porque conocer no está de más.


Iglesia de San Andrés, uno de los lugares de culto del centro de la ciudad.


La plaza de la Libertad del centro de Kiev, desde la habitación del Hotel Ucrania.

La arquitectura es diferente, claro, las iglesias ortodoxas no tienen nada que ver, los ritos, pese a desconocerlos, son otros. En Kiev todo es gigante, edificios monumentales estratosféricos, columnas inmensas y grandiosidad por doquier. Se ve en uno de sus ministerios, en el edificio de la Ópera, en el mismo hotel Ucrania en el que estuve, por dentro con techos altos, con cortinas interminables, con austeridad y seriedad.


Colores, cúpulas, ornamentación a tope. ¿Dónde está el románico?




Este es el edificio de un Ministerio: no entiendo el cirílico, pero sí entiendo que la arquitectura es soviética.

Además, en Kiev hay como dos ciudades. Una es la del exterior, otra es la subterránea. Infinidad de tiendas y locales conviven bajo tierra, donde hace más calor y el aire frío no afecta a los huesos. No hizo mal tiempo en los dos días que estuve, pero uno se imagina un día de febrero por allí y se me ocurren millones de sitios donde estar, menos al aire libre en pleno Kiev.


Esta debe de ser una imagen muy normal allá: el sol intenta buscar un hueco por donde iluminar.

En realidad se ven contrastes, como los de la foto con la policía y su Lada y los todoterrenos de algunos pudientes. No son pocos, por cierto, los coches de alta gama, pero todo sea dicho mi visión de Kiev se reduce a la del centro de la ciudad, lo cual no marca, ni de lejos, al resto.


A la derecha, un Lada del viejo Este de la Policía en un control rutinario; a la izquierda, un todoterreno de los nuevos aires; al fondo, un poco de morriña histórica en banderolas.

Pero además hay mercadillos en los que lo que toca es explotar el pasado soviético y su parafernalia. Camisetas de Lenin, pins, gorros rusos, símbolos aquí y allá. De todo un poco, hasta indumentaria militar.


Aquí hay símbolos que siguen significando lo que significan.

El viaje fue, como ya he dicho, por trabajo: partido de clasificación para el Mundial de Sudáfrica 2010 entre Ucrania y Andorra. Resultado: 5-0. Algunos errores y tres penaltis en contra lo dicen en todo, aunque en verdad la superioridad es manifiesta. Jugó Shevchenko, que volvía a la selección, un mito en Ucrania y en el fútbol europeo. Tambíén fue titular el nuevo fichaje del Barça, Chigrinskyi.


En la sala de prensa del Dynamo de Kiev. Menudo sofá.


Una oportunidad de Ucrania, que avasalló en la primera parte.


Panorámica del estadio Valery Lobanovskyi, donde juega el Dynamo de Kiev. Caben 16.000 espectadores.

No quisiera cerrar esta entrada sin contar la anécdota del viaje. Algunos compañeros sin módem necesitaban un local con Wi-Fi para enviar las páginas. Mientras yo estaba en la habitación enviando, un par de ellos tuvo que recurrir al ingenio, y entrar en el prostíbulo del hotel, sorteando a las chicas que se les acercaban mientras buscaban la red para enviar fotos y textos. "Aquí no se viene a trabajar", le dijo una de ellas a un compañero. Una sonrisa y buenas palabras, y páginas enviadas.


Cartelito del prostíbulo que permitió enviar algunas crónicas gracias a su Wi-Fi.

13 septiembre 2009

La Matahombres, en directo


Rafa, Manu, Boni y Jordi, con los dorsales que llevan hoy en sus bicis.

Hay una marcha de bicicleta de montaña que se disputa hoy y donde yo debería estar si no fuera porque no me pude inscribir a tiempo. Se llama la Matahombres, y son 80 km por Camarena de la Sierra, en la provincia de Teruel. Allí están Rafa, Manu, Boni y Jordi (de izquierda a derecha en la imagen), todos de Ontinyent, y Diego, de la peña ciclista de la Naranja Mecánica, y allí estamos todos representados, desde los ciclistas carreteros hasta los de la peña Cansalà o la de Cul Arrere, si es que no son lo mismo estas dos últimas. El caso es que Manu se ha propuesta publicar las fotos que va haciendo durante la marcha en el blog de Cul Arrere. La dificultad es grande (tecnológica y ciclista), pero algo hay ya en la web. La dirección, http://cularrere.blogspot.com/

¿Y por qué Matahombres? Este nombre tan bestia, que no invita a nada, por lo visto se debe al nombre de una de las fuentes de los parajes naturales por los que pasa el recorrido. La fuente de Matahombres da el nombre 'cañero' al asunto. Suena a suicida ir a hacerla, pero no debe de serlo. 600 hombres y mujeres ruedan a estas horas por esas pistas turolenses. Suerte a los cuatro amigos de Ontinyent y a Diego, y a todos los demás.



Por mi parte, me voy a meter la bici en el coche, y carretera y manta a Andorra. Ha sido una buena semana que me ha dejado más material que iré publicando en los siguientes días.

10 septiembre 2009

La pájara de l'Alt del Moro

Herido y casi muerto, en la cima de l'Alt del Moro.

En mis muchos días de bici pocas han sido las pájaras. Haberlas las ha habido, pero sobre todo en épocas de inicios, globales y puntuales. Es decir, de inicios de vida ciclista, allá por 1990 en adelante, con doce años y mucho brío pero poca experiencia, y de inicios de temporada: meses de enero o febrero en los que se quiere hacer más de lo que se puede. Esta vez ha sido un poco de lo segundo, pero en septiembre.



El sufrimiento fue grande, porque las piernas eran un cosquilleo inútil, y si la cadera exigía el golpe de pedal, la pata de palo del cuádriceps y los gemelos mandaban callar a la ilusión. Así, 7 km de subida al Alt del Moro jadeantes, a 169 pulsaciones primero y luego a 140, a 10 km/h. Resultado del estudio: peligrosa bajada de pulsaciones, mente nublada y mirada al frente perdida, un ojo cerrado, descansando, y otro abierto, vigilante en la medida de lo posible, y un impulso sinsentido de coronar para respirar. Cosas que pasan.



Dos meses parado han dejado el cuerpo marchito, y eso añadido a determinados puntos extra, sea un plátano verde digerido malamente, sean dos puertos previos que no duelen pero dejan marca, sea por hache o por be, llega la pájara. La salida con Patxi culminó con 110 km y cuatro puertos (Port d'Albaida, Subida a Agres, Alt del Moro y El Bosquet-Portitxol), pero en el tercero las fuerzas desaparecieron, primero porque no estaban todas, y segundo porque las que estaban se fueron con la sangre al estómago, a ver si aquel fruto verde seguía o no su curso natural.



La compañía de Patxi fue fundamental para superar el puerto.

Patxi, en las primeras rampas del Bosquet de Moixent, 8 km de puerto que conectan tras un breve descanso con los 2,5 del Portitxol de Ontinyent.

El resultado final es un aprendizaje de todo un poco. Una pájara te hace ver las cosas, si hay fuerzas incluso para ello, de la peor manera posible, y la lucha en vez de física se convierte en mental: no pienses, no pienses, actúa. Actúa es pedalea, y pedalea es hazlo porque cuando acabes llega el descanso. Premio siempre para el sufrimiento, ya se sabe.

Rafa, en el Bosquet, con pocas fuerzas pero al menos con la pájara olvidada. Así es este deporte: en un momento estás arriba, en otro te hundes, y luego te recuperas.

Al final, y entre medias también, hubo sonrisas. Primero fueron sonrisas de aceptación del error, luego sonrisas porque pese a que el hombre del mazo apareció en el kilómetro 65 aproximadamente -un bocata de lomo con queso y una Coca-Cola lo devolvieron a las cavernas-, se pudo cumplir el objetivo de los cuatro puertos. ¿Se podía pensar subiendo el tercero, muerto, en un cuarto? No se debía, pero se podía. Y se pudo. Y ahora hay sonrisas porque la jugada nos ha dejado marcas. Marcas que, este verano, estaban solo en el alma por culpa de una escayola, ya del todo olvidada.

Las marcas del mallot vuelven a traer la luz, aunque cueste.

08 septiembre 2009

Un Oronet había que hacer

Mis hermanas siempre me han dicho que siempre vamos al Oronet. ¿Y? Salida tranquila, sin tráfico, puerto cercano a Valencia, lo justo de duro para entrenar y pasar un buen rato. Es decir, que esta semana, como no podía ser de otra manera, un Oronet había que hacer. Para ello, el mejor amigo es Luis. Salida de 70 km tranquila por nuestra huerta, por los pasos de siempre y los naranjos de siempre. Por lo de siempre que no nos cansamos de ver, oler y sentir. La naranja está escondida, de momento, en un fruto verde y creciente. Fantástico.



El almuerzo: una Coca-Cola de litro entre los dos y conversación, donde siempre, en la fuente que, desde la fecha que marca (1993, ¡ojo!) y tal vez antes, siempre nos hemos sentado a descansar un poco antes de la vuelta a casa, la cual siempre se hace con pereza por lo a gusto que se está allí. El lugar, como se aprecia, es de lo más 'che'. Curiosa estampa de folclore local.



Mañana más. Esta vez con Patxi por Ontinyent. La mano, como se puede deducir, marcha bien, responde bien, y avisa de los excesos cuando debe avisar. La relación carga-lesión, pues, está en su punto. Ni mucho ni poco.

07 septiembre 2009

Con Carmen por el río

Presento aquí a mi hermana Carmen, la exiliada a Alemania que ha vuelto a la terreta a ver qué se cuece. Como a cualquier persona que busca reengancharse al tren laboral, la cosa no es fácil pese a licenciaturas y demás, ¡que os voy a contar a muchos!



Entre la búsqueda del santo Grial hay tiempo para despejarse, así es que hoy lunes, recién llegado de Andorra, nos hemos dado un paseo 'glober' y agradable por el viejo cauce del río Turia. Me he traido la bici de carretera y la de montaña, para disfrutar al máximo y rodar con ambas, que después de tanto parón se lo merecen. Y me lo merezco.

En el camino me ha sorprendido mi falta de costumbre. Mi falta de costumbre a ver cientos de personas, miles tal vez, haciendo deporte. Patinar, correr, pedalear, andar, fútbol, baloncesto, voleibol, tenis de mesa... Esto en Andorra no se ve. ¡Qué gustazo! Era difícil ir los dos en paralelo hablando, porque nos cruzábamos con muchísima gente haciendo deporte, con peligro de llevarnos a alguien por delante. Falta de costumbre.

Esta semana viene cargada. Será perfecto para ir habituando la mano tocada a la intensidad progresiva. Mañana saldré con Luis al Oronet. Miércoles Patxi y Raimón por Ontinyent (¿habrá batalla?), jueves puede que vaya hacia la Vall de la Gallinera, viernes tal vez repita, sábado salida de montaña con la peña de Ontinyent, y domingo ruta larga con la Naranja Mecánica. Todo puede ser tanto como puede variar, pero será una semana intensa. ¡A dar pedales ya!

02 septiembre 2009

¡Vuelvo a sonreír!

Hoy ha llegado el día después. Tras 74 días fuera de juego por una montonera maldita, por un escafoides pejiguero, por un cúmulo de mala suerte, he vuelto a pedalear. Ha sido este mediodía, de 14.00 a 15.00, una hora escasa de rodaje, una ida y vuelta a la frontera con España, un visto y no visto que al menos me ha servido para saber dos cosas: 1, que la mano está bien, pero no perfecta; y 2, que la inactividad no perdona.

La mano ha respondido bastante bien, pese a que en cierta postura agarrado a las manetas siento dolor si balanceo la bici. Más que dolor, molestia. Si voy cogido del centro como si estuviera subiendo un puerto, no duele ni afecta en nada. Eso significa que, la semana que viene, en Valencia en las salidas que haga o pueda hacer, si me atacan, que lo harán, tendré que responder, que lo haré, a ritmo, y nada de brusquedades. Es decir, dejemos a Perico de lado, y cojamos el tren del veterano Armstrong, por hablar de estilos.

¿Y las piernas? Las piernas como la pata de palo del pirata cojo con cara de malo. Pero es cuestión de tiempo ponerlas a tono. Antes de que venga el frío.

¡Sonrío!