31 mayo 2010

Es que son 230.000km de pirateo

Me vais a acusar de sentimental, pero es que cuando lo vi allí arriba pensé en sus 230.000 kilómetros recién cumplidos, en tantos años de confianzas, de carga, seguridad y velocidad. Tantas cosas juntos...

El otro día, saliendo de Altea por la autopista, de repente, un ruido fuerte y continuado me asustó. Paré en el arcén primero pensando en que había pinchado, y allí estaba yo con el chaleco reflectante mirando las ruedas, y nada, el capó, y nada, los faros, y nada, y luego los bajos, y allí, arrodillado en el asfalto, vi que se le había caído una pieza, una tapa inferior, que colgaba. A 80km/h, evitando así arrastrarla y también el estruendoso ruido, llegué a un taller donde lo colocaron todo en su sitio, por cierto sin cobrarme.



Y míralo, allí solo, sabiendo que es mayor, un veterano, pero consciente de que estará un tiempo con nosotros, dando caña. Ya no le quedan tapacubos del flanco derecho, ni los plásticos de salida de aire de los frontales, ni el símbolo de Seat del morro, el embellecedor izquierdo de un antinieblas que nunca tuvo hace años que no está y por el que asoma un tubo que nadie se ha preguntado nunca de dónde viene ni para qué sirve, está lleno de rascones y además tiene la parte derecha del frontal hundida de un golpe... Pero aguantará.

Porque es de amo ciclista, de esos que sufren y que dicen que la cuesta siempre llega a su fin.

Y entonces, me vino a la cabeza la Canción del Pirata de Espronceda:

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:

Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

28 mayo 2010

¿Qué es el Camino?

Mis padres y mi tío ya han vuelto de hacer el Camino de Santiago. El año pasado lo iniciaron desde León y acabaron, por culpa de algunos problemas físicos, en Ponferrada. En esta ocasión salieron de la localidad del Bierzo con intención de hacer otros 100 kilómetros y dejar el resto para otro año. Sin embargo, andando andandito se plantaron en Santiago de Compostela después de más de 200 kilómetros. A la espera de sus posibles relatos, os dejo un video con algunas de sus fotos, y después el texto que escribí en su momento cuando hice el Camino en bici allá por el 2005, para que acerque sensaciones. El video, como siempre, mejor dejarlo cargar. La sincronización de imágenes y música durante la edición era perfecta, pero con el archivo final ha acabado siendo un disparate, aunque espero que cuente la buena intención. La música, una canción de amor del grupo Facto Delafé y Las Flores Azules. ¿Por qué una canción de amor? ¿Acaso el Camino de Santiago no es una historia de amor?



¿Qué es el Camino?

El Camino de Santiago es una motivación. Es un viaje largo al inicio, es un tren tras otro, una noche, un convento de Benedictinas en León, unas atentas peregrinas brasileñas, un sueño merecido, unos ronquidos, unos soplidos, un despertar de linternas, un saco de dormir a ti pegado, un agradecido desayuno, un donativo, un adiós y un hola, una mañana de domingo desierta y fría por las calles leonesas, una catedral magnífica, una muralla romana de impresión, una senda fija.

El Camino es unas primeras rampas, rectas interminables, chopos a los lados, monolitos y señales, coches a pocos metros, paralelos, triplicando tu velocidad, crujir de piedras, equilibrio sobre la bicicleta, fuerza de tus piernas, viento, sol, Hospital de Órbigo y la sombra del caballero Suero de Quiñones en combate por una dama en el siglo XV en el Puente del Paso Honroso, Astorga y su Museo de los Caminos en el Palacio Episcopal obra de Gaudí, su catedral de rosada arenisca, una nueva señal y una nueva senda, pueblos pequeños de apenas dos calles, la Maragatería, Murias de Rechivaldo, Castrillo de Polvazares, El Ganso y el bar La Barraca y un menú, unos macarrones, ensalada, huevo frito y patatas, la dueña haciendo calceta tras la barra, amigas, tres, las veces de camareras, la abuela de riguroso luto en la cocina, gritos para entender a unas peregrinas francesas que piden agua, “¿que quiere a-gua?”, un paisano al fondo haciendo un solitario, su puro, su copa de vino, su boina, sus miradas, las de un peregrino solitario que descansa, unas avispas que incordian, un sol de justicia y nubes amenazadoras, una máquina de refrescos en la que se lee “pulsar paver precio”, una sonrisa cómplice, un habrase visto, un buen viaje, un hasta pronto y un gracias, pedaleo de nuevo, Rabanal del Camino, unas duras cuestas que empiezan a asustar, un pedaleo pausado, un pedaleo cansino, un pedaleo lento y sufrido, Foncebadón y sus casas sin techos, su abandono, su leña, sus perros, de fondo un televisor que rompe la paz con la retransmisión de la carrera de turno de Fernando Alonso, ni caso, niebla espesa, agua, un final cercano, una Cruz de Ferro y las piedras que la rodean, un tributo a la cruz y un pensamiento, un adiós a lo material, a los bienes terrenales, una unión con el sentimiento, un descanso, breve, la comarca de El Bierzo a los pies, un descenso entre la niebla, largo, frío, velocidad, prudencia, tranquilidad, adrenalina, Manjarín, dos casas, dos vacas, dos perros, dos peregrinos, otro mundo, El Acebo, una calle, larga, flanqueada por sus casas bercianas de doble altura, escaleras exteriores, madera, un pensamiento de paz, un qué frío hará aquí en invierno, unos vecinos, miradas ausentes, las inclemencias del tiempo marcadas en la piel, Molinaseca y su puente románico llamado De los Peregrinos, reparaciones de bicis, unos radios sueltos, comentarios de la bajada, de la subida a la Cruz de Ferro, de si la senda o la carretera, de la trialera, de los saltos, del daño en la bici, de las alforjas que salieron volando, del susto, unas risas, dolor de nudillos, un dónde dormir, un sol de justicia, las siete de la tarde, una decisión, Ponferrada, albergue, cuño, donativo, ducha, cena en la ciudad, compañeros, malagueños, chileno de Barcelona y argentino de Suiza, irlandés que sólo se entiende con el argentino en inglés, ribeiros, risas, complicidades, presentaciones, la Liga por la tele del bar, ni caso, anécdotas, la del malagueño que pide salsilla para un filete y dice “zarcilla” y el camarero que alucina porque no entiende, que de eso allí no tienen, sueño que mina las fuerzas y que vence, gana, triunfa, saco de dormir, ronquido que desvela, flatulencia con amplificador que desespera, vueltas y vueltas dentro del saco.

El Camino es otra mañana fría, otro despertar cansado, un desayuno improvisado y una nueva puesta a punto, un adiós a Ponferrada y a su Castillo de los Templarios del siglo XI, una recta cansina, hasta Camponaraya y Cacabelos, Villafranca del Bierzo y la iglesia románica de Santiago, preciosa, poco ostentosa pero bella, resuelta y esbelta, punto y final del peregrino que antaño no podía alcanzar Santiago de Compostela, jubileos pasados, historia escrita, futuro lleno de caminantes o ciclistas peregrinos, dirección a Galicia, puente sobre el río Burbia, Pereje, Ambasmestas, una tienda de alimentación, chocolate, refresco, zumos, fuet, pan, frutos secos y dos manzanas, descanso al lado del río, sobre una piedra, viendo pasar peregrinos entre bocado y bocado, hola, hello, hallo, bonjour!, ¡buen camino!, sucesión de pueblos, Vega de Valcarce, Ruitelán, Las Herrerías y la tortura de la ascensión a La Faba, las rampas, el dolor, las fuerzas con las piernas, los brazos, la espalda y sobre todo los riñones, el cuello, la boca abierta y el cuerpo duro, tenso, aplicado en el esfuerzo, ojos entornados pidiendo clemencia, que llegue, sí, que llegue el final, y llega, te pones el cuño en La Faba, pero no ha acabado, esto continúa, te bajas de la bici entre las piedras, sigues a pie arrastrando tu peso, el de la bici, el de las alforjas, el del barro pegado a las ruedas fundido con las moñigas, boñigas o moñigos de vaca, el sol que aprieta, el pastor que saluda atento, las reses ausentes a todo de cara a la hierba, cabizbajas, movimiento circular de mandíbula, ñam, ñam, y tú para arriba, hacia O Cebreiro, lo sabes, pero no llega, Laguna de Castilla, más senda, más cuestas, plato pequeño y piñón grande, te hundes, la moral mina, pero toda rampa tiene su fin, piensas, y aguantas, ¿por qué cargué tanto las alforjas?, reflexionas, y mientras tanto, coronas, mil doscientos y pico metros de altitud, O Cebreiro, Lugo, Galicia, Santiago al fondo, a poco más de ciento cincuenta kilómetros, poblado de pallozas tradicionales, monumento nacional, la Iglesia prerrománica gallega de Santa María, siglo IX al X, cuño, satisfacción, placer, orgullo, fresco, viento, descenso, breve, ascenso, duro, al Alto de San Roque y la escultura del peregrino con espectaculares vistas, saludas y ese trozo inerte te responde, no sabes ni cómo ni por qué, pero te llega esa vibración certera, bajas, frío, Hospital de la Condesa, más moñigas, y vuelves a subir, calor, al Alto do Poio, a mil trescientos treinta y cinco metros, y vuelves a bajar, descenso frenético entre piedras, tierra, barro, charcos, excrementos y demás, Fonfría, Triacastela, un nuevo menú, sopa gallega, ternera y un plátano, breve siesta, cuño, y a Samos, a ver el monasterio benedictino, de San Julián, fundación real del siglo VI, restaurado entre los siglos XV y XVIII a causa de un incendio, ganas de visitarlo por dentro pero el atuendo, el olor propio, las circunstancias, etcétera, invitan a venir en otra ocasión, de nuevo sube y baja, rompepiernas, a Sarria, pueblo grande, albergue ocupado, qué se le va a hacer, cuño y buen camino, pasillo-túnel de robles centenarios, luz escasa, el sol filtra, humedad intensa, placer súbito, paz, calma, serenidad, soledad, sensaciones intensas, sientes el camino, vives el camino, amas el camino, sucesión de aldeas, establos, señales, cruceiros, muros de piedra, tramos imposibles, Barbadelo, Rente, Brea, Ferreiros y el descenso a Portomarín, puente sobre el Miño, embalse de Belesar semivacío que en su día anegó al viejo Portomarín, hoy en lo alto, con su Iglesia románica de San Nicolás del siglo XII trasladada piedra a piedra en los años 60, ducha, sello, cena, sueño, cansancio; almas limpias en la oscuridad del albergue.

El Camino es niebla al despertar, es no ver a dos metros, es cuerpo entumecido en la mañana, es el recibo que pasa el esfuerzo, es rodilla tocada y ánimo herido, es motivación, de nuevo, es orgullo, es seguir adelante sufriendo, doliente, helado, tocado pero no hundido, es querer es poder, es Santiago en la mente, la plaza del Obradoiro en el horizonte, y adelante, cruceiros que animan, Hospital de la Cruz, Ventas de Narón y Ligonde, el cruceiro de Lameiros, encantador, cristiano y pagano, y cuestas arriba y cuestas abajo, y cruces de carretera aquí y allá y Palas de Rei, Melide y el pulpo, pan, vino blanco y listo, y entramado de pista que imita el terreno conocido desde Sarria, más cruceiros y mojones, a Santiago 40,5 kilómetros, Arzúa, a Santiago 39, a Santiago 32, y restando, suspiros, piel de gallina, emoción contenida, ojos vidriosos, más terreno de pasto y muros de piedra, eucaliptos, prados y colinas, bosques encantados, es aumento de peregrinos, cansados, heridos, plenos, satisfechos, es descanso en Santa Irene, es la inmensa sensación de que se llega al fin último, conversaciones diversas, balance del viaje, de los días pasados, de los momentos, de las anécdotas, de los amigos, de tanto y tanto pueblo y aldea, establo y caballeriza, tanta y tanta tierra de por medio, y moñigas, e iglesias, conventos, ermitas, castillos, palacios, albergues, monolitos, mojones, señales, cuños, tanto gusto y tanto sufrimiento, tanto placer y tanto dolor, y es sueño e incertidumbre ante mañana.


El Camino también es mañana, nuevo día y nuevas ilusiones, fuerzas renovadas y espíritu limpio, Santiago al alcance y nervios, nuevos bosques encantados y cruces, derecha e izquierda, arriba y abajo, nuevas viviendas que anuncian la ciudad, el rugir de los aviones al pasar junto al aeropuerto, encrucijada de caminos, las últimas rampas, el último esfuerzo, la pedalada final, el Monte do Gozo y Santiago a la vista, las torres de la catedral que esperan al peregrino, al paso del tiempo, de las horas, de los días, semanas, meses, años y siglos, impasibles, tranquilas, venid a mí, dicen, y vamos, y llegamos, y entramos en las calles de Santiago, estrés de gran urbe, casco antiguo y peatones, cautela, indicaciones al peregrino, giro aquí, giro allá, huele a Obradoiro y entre las casas, en lo alto, se ve asomar ya el templo, vuelta de esquina y la plaza vacía, Obradoiro, catedral, el Apóstol Santo a la vista, el abrazo, el amor y la sintonía, la paz y el bienestar, el reflotar de tu cuerpo, las nuevas fuerzas y las ilusiones intactas, una sentada con vistas a la catedral y la paz, el sentimiento, la motivación cumplida, y de nuevo la paz, y el sosiego y el aire y el sol que empujan a uno a sentir, de nuevo, la llamada de la motivación, la llamada del Camino, ¡buen Camino!...

Rafa Mora Sesma, León-Santiago de Compostela (10-9 al 14-9-2005)

27 mayo 2010

Leche hidratante*

Esta tarde he entrado en el Mercadona de Altea para comprar cosas fundamentales como fruta, verdura y zumos, además de bebidas isotónicas para estos días de esfuerzo. Cuando iba hacia la caja me he acordado de la sequedad de mi piel, acrecentada por los últimos días de sol, y he cambiado el rumbo. En la sección de cosméticos he visto el bote habitual y lo he cogido, no sin antes echarle un vistazo a una novedad en cremas hidratantes que había justo al lado. Craso error.

He tardado demasiado (uno o dos segundos) en leer el nuevo producto, y entonces una celosa trabajadora de la sección me ha atacado por detrás con el bote en cuestión, diciéndome cosas como "es nuevo y deberías probarlo", "tú que tienes la piel tan destrozada", "es para pieles secas como la tuya" y alguna frase más que no recuerdo. Todo, en los menos de dos segundos en los que yo me he demorado para leer la novedad.

Le he dicho, obviamente, que no me interesaba, y ha insistido en las frases anteriores añadiendo varios "es ideal, en serio" y cosas por el estilo. Mientras ella hablaba yo seguía huyendo, pero entonces me he girado y he visto que la seguía teniendo detrás. He acelerado el paso buscando la salida del supermercado (¿por qué a veces es tan difícil?) y cuando creía que le había dado esquinazo, detrás de mí he vuelto a escuchar "es que tienes las piernas hechas polvo", y entonces me he puesto a andar a gran velocidad entre los pasillos de bebidas alcohólicas, luego por el de las cocacolas y fantas y más tarde, cuando estaba llegando a la pescadería, aquella desequilibrada me ha lanzado un gotazo de crema hidratante, luego otro, y luego más hasta que aquello parecía una ametralladora. He girado en redondo y me he metido en los pasillos de cereales y galletas pero seguía persiguiéndome. Yo ya no andaba sino que corría al tiempo que esquivaba sus disparos de leche hidratante. El sudor de mi frente se mezclaba con la grasa de la crema que me resbalaba por la mejilla, y entonces, entre la desesperación, he empezado a correr sin control tirando estanterías, empujando a gente (creo que he chafado a un niño que lloraba porque su madre no le quería comprar un Kinder) y todo armando un fuerte revuelo. La dependienta insistía en que probara su producto, pero no podía ni girarme a verla, huía y huía buscando una caja donde pagar y salir rápido a la calle. Al volver a la zona de cosméticos, con el frenesí de la carrera he resbalado con una de las gotazas que la crema disparada había dejado en el suelo, me he dado con la cabeza directo en un estantería de tintes de pelo, los cuales han caído sobre mi perseguidora consiguiendo un extraño efecto paralizante en ella, que se ha quedado olisqueando aquellos perfumes nuevos. Jadeando, he alcanzado una caja, y mientras en el fondo de los pasillos se oía esto y lo otro sobre lo que había ocurrido, yo buscaba mi cartera para pagar los 14 euros de la compra completa. "¿Quiere usted llevarse una malla de patatas que tenemos en oferta?", me ha dicho la cajera. Entonces, al ver su media sonrisa, con una bolsa de tubérculos en la izquierda y una patata en la derecha, he empezado a sudar leche hidratante.

*licencia ficticia a raiz de una anécdota real.

23 mayo 2010

El último gran tute

He andado flojo esta semana en darle a la tecla, y me parece que esta en la que entramos lo voy a estar un poco más. Estaré en Valencia dándolo todo en la semana fuerte antes de descansar casi durante los 20 días siguientes, en los que todo lo que haga de ciclismo y deporte será meramente testimonial, para no gastar y sí asimilar todo lo que llevo hecho. Lo que se llama descanso activo.

La Quebrantahuesos está en el horizonte, el próximo 19 de junio, y eso está a la vuelta de la esquina. Los deberes están hechos como en cualquier año, aunque falta esta última semana de buen tute. Espero que mis cervicales me den libertad de movimientos (ayer tuve un enganchón y estoy con antinflamatorios), y que el día grande todo salga bien.

De entre todo lo que haré esta semana destacaré la Superespadán, una salida bautizada así por los amigos de La Naranja Mecánica que transcurre durante unas cuantas horas por la Sierra de Espadán, con un total de 14 ascensiones y unos 180 kilómetros. ¿Cuántas horas? Pues más de ocho, seguro. Por eso lo de súper. Aquí va el mítico perfil.

21 mayo 2010

Raza


Chema Martínez, al que no hace falta que presente, lleva cara de pocos amigos. Está sufriendo porque lo están llevando por el camino de la amargura. Los keniatas, a su lado, miran al suelo o miran al cielo o no miran, pero el caso es que están ahí como quien pasea por la calle Colón, por la Gran Vía o por cualquier lado, ajenos a que sus músculos están reventando, literalmente, a un tipo que se ha colgado un par de medallas en unos Europeos de atletismo. La foto, maravillosa, la he robado de la web de Superdeporte, y es de mi excompañero Paco Calabuig.

20 mayo 2010

Deporte en el Camino

Hay deportes y deportes. Está el deporte normal que a base de palabrería podemos hacer grande y especial, como es el caso en este blog en el que de manera global se ensalza todo ese esfuerzo del que suscribe y de sus amigos y familiares. Pero hay otro deporte que es el de quienes dicen no practicarlo.

Estos días mis padres y mi tío Javi andan haciendo el Camino de Santiago. Ellos, que hace unos días salieron de Ponferrada, no hacen deporte, no, sólo se levantan a las seis de la mañana y andan cargados con una mochila hasta la hora de la merienda, cuando buscan el descanso. Sí, hacen turismo, visitan lugares por los que pasan y ven grandes paisajes, descubren la gastronomía y conocen a la gente del lugar... pero eso no es hacer deporte. ¿No?

Pues eso, exactamente eso, es lo que hace un cicloturista como yo que durante tantos años he oído, oigo y lamentablemente oiré a gente que me dice que estoy loco con tanto deporte. Todo es deporte, majos, y si no que se lo digan a mis padres y mi tío, los cuales en cuatro días, cinco a lo sumo, se plantan en Santiago.

Anoche durmieron cerca de Portomarín, ilusionados, contentos, felices, satisfechos por lo que están haciendo. Aunque eso no sea deporte. Dicen.

16 mayo 2010

¡Sorpresa! Alberto Contador

Pondré el toque a la foto... ¿dónde está el pajarito?

Ojo a la cara de Paquito, tal vez de sorpresa tal vez de ilusión...

Uno se va a jugar a fútbol y lo más seguro es que en algún momento del juego se cabree, suelte algún improperio y lo más interesante que se encuentre durante la correspondiente pachanga sea al encargado del campo de turno -la alegría de la huerta, pesadumbre ambulante todo él- con ganas de cerrarte el campo e irse a su casa.

Con el ciclismo, lo peor que te puede pasar es obvio y se llama muerte, pero muy difícilmente llegarás a casa cabreado con alguien porque no te ha pasado un balón (¿?) o porque has recibido una entrada por detrás. Además, puede que incluso tengas sorpresas, amén de las intrínsecas que conlleva la práctica ciclista -conocer lugares nuevos, ver ambientes diferentes, respirar aire puro, ver naturaleza viva, vegetación...-, y te encuentres con un campeón cuando menos te lo esperes y que, además, puedas rodar a su lado y hablar con él.

Si cualquier futbolista entrase en el campo de fútbol en el que tú estás (esto es improbable, pero aun así aquí estoy yo para decir tonterías), andaría con aires de grandeza y ni te miraría a la cara. Sin embargo, tú estás pasando el domingo con tus amigos y la bici en uno de los puertos cercanos a tu casa que has subido cientos de veces, y te encuentras al ganador de dos Tours y un Giro, y él te saluda con naturalidad y se hace fotos como si tal cosa. Ese día te vas a casa pensando en la suerte que tienes de practicar un deporte que a veces te da estas pequeñas sorpresas. Patxi y Paquito, en la salida del domingo, al coronar el Pico de l'Àguila y darse la vuelta se encontraron con que el tipo que llevaban detrás no era otro que Alberto Contador. Y ellos sin poner la alfombra roja...

14 mayo 2010

Mucha carga, intentos fallidos

En la ermita de Náquera, con Luis, a la izquierda, y Paco, a la derecha; el día de mi boda estuve allí con Luis charlando después de subir el Oronet. Ese es mi gran recuerdo de ese sitio, donde siempre que puedo vuelvo, porque desde allí hay una buena vista y Luis dice que se ve el Montgó... y yo cada vez lo veo más claro.

Volvamos a la carretera. La última semana en Valencia hubo un último día de ciclismo, con Luis y Paco. Salieron unos 100km yendo a Soneja por el Oronet y volviendo por el mismo sitio. Fue sábado, después del día de descanso que llegó tras aquel jueves de 193km que aquí he contado, y tras el miércoles de 110km con Alberto por la Vall d'Ebo.

Estaba un poco cargado, pero lleno de ilusión por salir con ellos dos. Siempre es agradable juntar gente que se entiende. En la subida del Oronet quise hacer el 'test del Oronet' -desde la señal de entrada a Serra hasta el cruce de la cima-, me fui decidido pero en seguida me di cuenta de que no podía mantener el plato. Los jamones estaban al límite después del acumulado semanal, pero como ya iba a tope, pese a saber que no haría un buen tiempo, seguí a muerte. En ningún momento fui cómodo, aunque diría que sí iba al límite, y coroné con 11min 01s, muy lejos de mi mejor tiempo (10min 40s), y a años luz de los 9min 53s de Panorámix. Creo que estoy para intentar los 10min 30s, pero tendrá que ser otro día en el que llegue algo más fresco. ¿Tal vez el lunes 24 o el martes 25 de mayo? ¿Y por qué no los dos días?

En el descenso del Oronet llevamos por detrás un tándem, no sabemos si con una chica ciega o no, pero tándem al fin y al cabo. Le hice una foto cuando nos pasó. En realidad, nunca me había planteado lo cómodo, o no, que se debe de bajar un puerto entre dos.

El tándem, en la parte final del descenso del Oronet por la cara de Torres Torres.


Hay cosas que no se perdonan, porque no hace falta perdonarlas.

El almuerzo fue de bocatazo y litraco de Pepsi, para no perder la sonrisa. Al salir del bar de Soneja llovía levemente pero el cielo presentaba un aspecto cerrado, peligroso, y nos dimos prisa en volver. Por la vía de servicio nos alcanzó un grupo de unos 15 ciclistas, muy silenciosos y con pinta de 'semiprofrustrados'. Se nos pusieron las orejas tiesas, nos pusimos a cola y esperamos a ver qué pasaba. Si iban hacia el Oronet, olía a lío. Y así fue.


Los rostros reflejan cierta tensión ante el grupo que nos alcanzó.

Paco cedió pronto, y justo al cruzar el puente que da a la urbanización del Tochar, donde aparecen las primeras rampas, Luis y yo estábamos a cola al tanto. De repente, Luis me dijo, "Rafa, que se van", y me fui hacia delante. En seguida se creó un grupo de tres conmigo haciendo de cuarto a cola. Yo allí era una sanguijuela a la espera de acontecimientos. El manzano era maduro. Un tío tirando delante al que no le supe poner edad (¿20 años? ¿30?) no cedió el puesto nunca. Tiraba como un poseso y yo empecé a notar que no era mi ritmo. El que iba justo delante de mí, con no menos de 50 años, cedió antes de la temida rampa de la vaquería, y aquello me hizo mucho daño, porque quise coger la rueda del segundo pero tuve que remontar el hueco que dejó el tercero, el cual por cierto se disculpó. Ese pequeño esfuerzo fue excesivo, y ya fui muy justo a rueda del segundo, hasta que cuando el puerto gira a izquierdas, cedí un metro, dos, tres, hasta quedarme a unos 10s.

Luis, a la izquierda, y Paco, a la derecha, cerrando el grupo antes de la segunda ascensión.

En aquel momento de sufrimiento, pasó lo que siempre pasa, que tú te dices que en ese punto los dejas ir, pero ves que el que tienes justo delante también sufre, y entonces te mantienes ahí, justito pero vivo, al borde del abismo pero manteniendo las formas. Y eso pasó, que el que iba segundo no pudo seguir al primero, y entonces me dije que lo cogería, que lo cogería sí o sí, apretando los dientes o lo que fuera. Subí a tope, poniendo el plato a tramos y a riñonadas, pero aquel morlaco no se iba a dejar coger, y a mí las piernas me respondían lo justo. Así es que el irreductible lo fue hasta la cima, manteniéndome los 10s todo el rato, como si lo tuviera todo bien estudiado. Al coronar, aún con el corazón en la boca, le dije algo que no recuerdo, pero sí se me quedó en la mente su sonrisa pícara de zorro como respuesta.

La vuelta fue de absoluta calma, con algún escarceo entre Luis y yo y un "esta me la apunto" que me tendrá alerta en las próximas salidas, total por un ataquito en su terreno... cosas como esas son las que le ponen la salsa a cada salida.

Volvimos tranquilos entre naranjos y naranjitos, contando naranjadas y demás.

A PRISA se le va de las manos

El planteamiento de hechos es tan sencillo como ver el video:



Hace mucho tiempo que el Carrusel Deportivo de la SER, cuna de periodistas deportivos como Manolo Lama, es un compendio de machismo, sectarismo y centralismo (amén de madridismo, pero este es otro tema). Es un programa hecho espectacularmente bien, excepcionalmente bien, diría yo, que da además mucha vidilla, pero siendo como es la mayoría de su público el pueblo llano, esto es, obreros, transportistas, camioneros, gente que no tiene otra cosa mejor en qué pensar que en el partido de turno, es decir, para entendernos, una distracción muy digna como cualquier otra y equiparable a la telebasura, se acercan a ella con chabacanería en muchas ocasiones, haciendo burlas y gracietas sobre cosas que a una persona medianamente formada no le aportan tanto como a otra.

Quisiera recordar que Canal+ (Grupo PRISA, es decir también la SER, Cuatro, CNN+, El País o el diario AS -mención especial a sus famosas contraportadas con esculturales modelos semidesnudas que fomentan el babeo macho) instauró la norma, en cada partido del domingo, cuando "el partido del Plus" era lo excepcional, de sacar planos cortos de todos los chotones (entiéndase joven guapa, rubia o morena, posiblemente mujer de futbolista aunque sin ser conditio sine qua non) que hubiera en la gradería del estadio correspondiente, y en aquel momento todos decíamos aquello de qué buena está a modo de chanza masculina, inevitable en grupo para seres de nuestra condición cerveza en mano (triste, aunque cierto), pero eso con el tiempo ha implicado que todas las cadenas lo hagan, que eso mismo se traslade a la radio e incluso a la prensa escrita, y eso llevado al cuadrado y luego al cubo crea una sensación de sociedad de valores extremadamente corta de miras, donde la machotada del semental es lo que más gracia hace -el piropo del obrero del andamio llevado al extremo-, y nadie se para a pensar que aquella mujer -excepcionalmente- se siente en ese momento víctima de la mirada global, aunque entonces al convertirlo en automatismo se ve todo muy bien, siempre desde el prisma machito.

Pero luego pasa lo que pasa, que vemos a un mendigo y le soltamos monedas con desprecio, le dejamos una bufanda del Atlético de Madrid para que se tape del frío, sin ni siquiera saber ese hombre, que está allí sentado mirando con cara de qué coño me están diciendo, qué puñetas hace toda esa gente disfrazada de rojo y blanco ante él, con un fantoche con micro en la mano que llama a las masas a tratarlo como un montón de mierda. Aquel alemán (la final de la Europa League fue en Hamburgo), seguramente por no entender qué coño decían, no se levantó y se puso a tirar gapos. Que es seguramente lo que esa gente se hubiera merecido. Lama el primero. Simplemente, por devolverles la moneda con su misma medicina.

El periodismo está fatal. El periodismo deportivo es el peor. Es aburrido hasta el extremo porque somos incapaces de valorar la fuerza del deporte en sí misma, y entonces nos inventamos tonterías y temas estúpidos con los que llenar minutos de televisión o radio, páginas de periódicos y por ende tertulias de bar que, bien mirado, no llevan a ningún lado salvo a una acalorada discusión por unos cuantos tipos que no saben lo que es ser un mendigo -a no ser, como hay casos, de los que caen en las drogas y el desenfreno, y llegan a los 50 años reventados y arruinados, Julio Alberto por ejemplo.

Como ciudadano, se me cae la cara de vergüenza; como periodista, me quedo sin palabras; y como periodista deportivo, no sé dónde esconderme. El canal Cuatro ha decidido, seguramente por cuestiones de eficiencia y eficacia económica, pluriemplear periodistas como Lama, que si bien presenta la sección de deportes de los informativos del mediodía, también asume el cargo en la SER a lo largo del día y como ha hecho siempre. Esto ha supuesto además una migración de ideas, pero la migración no ha conllevado la mutación, así es que el objetivo sigue siendo la carcajada desbocada del espectador, oyente y lector a base de hacer de los espacios deportivos algo más que un cúmulo de noticias en verdad sin especial sabor, es decir, un espectáculo rayano en lo absurdo y, en ocasiones como esta, impresentable.

Lama, al día siguiente, pidió disculpas en el mismo espacio informativo por algo que, dice, "se le fue de las manos", en una excusa que yo entendí sucia amparándose en los aficionados del Atlético (¿fueron los atléticos por su propio pie a hacer la fantochada o fue él y su equipo quien organizó el festín?), aludiendo además a la educación "en la tolerancia" que da a sus hijos (el gesto manido de soy padre y esto no se hace, miren qué majos mis churumbeles, que son mi viva imagen de buena persona). Su manera de hablar a lo castizo le acerca aún más al aficionado mesetario de la calle (asumiendo este perfil al del conjunto del país), pero tal vez adquiere roles que, del bar chungo que apesta a tabaco con el suelo pegajoso y lleno de sobrecillos de azúcar y palillos usados, no deberían salir.

La SER (PRISA de fondo) debería saber que puede entrar en barrena por culpa de su buque insignia, que son los deportes. Entre otras cosas porque esta semana, además, se ha sabido que de momento está suspendido de empleo y sueldo Paco González, uno de los iconos y director del Carrusel Deportivo, por desavenencias con un directivo. Algunos periódicos económicos hablan de las pérdidas económicas que puede suponer la salida de González -18 años al frente del programa, un símbolo junto a Lama y Pepe Domingo Castaño, el cual por cierto desafió a las normas internas teniendo un recuerdo hacia González en antena-, y se revelan algunos datos como los alrededor de 6.000 euros que vale una cuña de 20" los domingos, y unos 3.000 los sábados, gracias a los más de 2 millones de oyentes que tiene el programa -si las integra Castaño en la locución, ascienden a 10.000 castañas bien pagadas.

Así es que esas tenemos. Uno que se ríe de un mendigo ante las cámaras, el otro que llama hijo de puta a un directivo -¿sus razones tendría?, directivos sin sentido(s) los hay a patadas- y al día siguiente se encuentra la puerta cerrada, y un grupo empresarial y periodístico que da la callada por respuesta, con sumisión casi general en antena y en los periódicos afines, teniendo todos claro que, si se funden a Paco González, bien pueden hacerlo con cualquiera que se pase de listo. Lástima que el mendigo no sea español. Si lo fuera, en este país tan extraño sería famoso y posiblemente tendría trabajo, quién sabe si por cosas del destino, explicando sus historias en alguno de los medios de PRISA. Y todos como colegas, macho.


Audio lleno de improperios del programa Carrusel en la pasada final de la Superbowl de fútbol americano, a las cuatro de la madrugada; Jorge Hevia, quien lee los comentarios de los oyentes, fue suspendido un mes de empleo y sueldo por decir que las encimeras Silestone eran una mierda (alrededor del minuto 6, creo); el resto de bocachanclas soltando machotadas salieron airosos, haciendo menciones veladas a eyaculaciones y cosas parecidas, jugando con la metáfora del Actimel que ellos mismos se inventan; si lo escucháis entero observareis cómo poco a poco, Laura Martínez, jefa de deportes de Radio Barcelona, se indigna después de que se vayan leyendo comentarios de tono sexual en referencia a ella misma.

13 mayo 2010

El Parque Natural de Aiguamolls de l'Empordà


Una cigüeña asea su nido en las alturas mientras un cisne blanco y altivo pasea su belleza por el humedal, lleno éste del parpar de los patos, bien no se sabe si por discusión o festividad grupal; en ese momento, las vacas de un prado cercano miran al suelo a lo suyo, mientras los caballos blancos -un poco flacos pero de buena presencia-, no mucho más lejos, las miran inmóviles; detrás, en otro humedal, la garcilla cangrejera picotea el agua buscando insectos con los que alimentar su menudo cuerpecillo. Es el Parc Natural dels Aiguamolls, situado entre Figueres y Roses, en la provincia de Girona.


Es un lugar pequeño, familiar, dejas el coche en el párquing al que accedes por una carretera de juncos y cañas, y ya estás dentro. En marzo es un humedal en toda regla, atestado de aves. Se visita andando tranquilamente -en bici hay restricciones por pasados problemas entre ciclistas y viandantes- y en unas dos horas se disfruta muy bien, con su calma, tan cerca y tan lejos como está de las zonas urbanas.





La visita incluye miradores camuflados allí donde se arremolinan sus moradoras aves. Entre el respetuoso silencio, decenas de fotógrafos aficionados, con sus 'cañones' preparados y ultrasensibles, se prestan a sacar la mejor instantánea que combine al animal, la luz del día -no es lo mismo al alba, al mediodía o al atardecer-, el brillo del agua, todo, mientras los niños que se inician en la aventura de la naturaleza los miran boquiabiertos, a ellos y a aquellos animales que tienen tan cerca, ajenos a las miradas humanas; los padres sonríen al ver aprender a sus hijos.

La vegetación que hay allí, en las mismas orillas del río Fluviá y del Muga, es sobre todo carrizo, eneas o espadañas, junco de laguna, lirio amarillo, llantén de agua, malvavisco, salicaria... Hay además un sinfín de prados inundables con agua dulce durante parte del año, dedicados al pasto de caballos y vacas.


En cuanto a su fauna, lo más interesante por ser lo más accesible a primera vista y a los oídos del paseante son las cigüeñas y su crotorar (ojo a la belleza de esta palabra, como la del parpar de los patos...), que es el sonido que hace este ave con el pico. Sonido que por otra parte es maravilloso escuchar en cualquier lugar donde anidan, habitualmente en las torres de las iglesias (este es uno de mis recuerdos visuales de Segovia y Castilla), pero más en este paraje natural donde el silencio amplifica el sonido de las aves y del viento al mover las plantas y las hojas de los árboles. Estar allí es compartir ese momento con ellas, símbolo de la migración. Por cierto, que el cambio climático las afecta, y he leido que últimamente muchas cigüeñas se asientan en lugares de por sí húmedos y donde no hace excesivo frío en invierno, ni demasiado calor en verano, tal es el caso de este humedal de la provincia de Girona.


Pero además de cigüeñas campando a sus anchas por els Aiguamolls, hay
más de trescientas especies (en concreto, 329, de las que 82 anidan allí de forma regular), muchas protegidas y preciosas. Sobre todo se encuentran allí el pato real, la polla de agua (tal cual: Gallinula chloropus), la lavandera boyera (ojo al apelativo de la lavandera...) y el carricero común (tal vez por común no merece ni mención).

Entre las aves migratorias más representativas destacan la garcilla cangrejera (muy maja esta, como la garza real que estamos acostumbrados a ver en la Albufera, pero en pequeña), el morito, el flamenco (este ave huye de mí, nunca lo ví en Doñana, tampoco en Aiguamolls, sigo pendiente de ese encuentro ante este ave que me fascina), la cerceta carretona, el águila pescadora o la polluela bastarda (entre que es polluela y que es bastarda, pobrecita...). Además las guías hacen una mención especial a los limícolas (aves habitualmente de patas y pico alargados; son, además, aquellas que ocupan las zonas húmedas, y su presencia habla de la calidad del humedal en cuestión), ya que regularmente se ven hasta 32 especies diferentes.


En invierno, els Aiguamolls, así como la bahía de Roses, recibe centenares de aves que vienen del norte y el centro de Europa. El censo de patos en un mes de enero es de unos 15.000 ejemplares. Y mientras toda esta información me asalta hoy, el recuerdo de aquella paz forma una conjunción de sensaciones de haber estado en un lugar mágico como cualquiera de esos en los que no hace falta más que un ave soñadora, un cuadrúpedo tranquilo y rumiante, y el sonido del viento y del agua, para pensar que no todo en este mundo es sequedad ni insensibilidad.


El crotorar de las cigüeñas, en Alfaro, en un vídeo extraído de internet, da muestra del sonido de estas aves... atentos a las estructuras metálicas en el tejado que el hombre ha creado para que ellas aniden allí.


Desde lo alto de los silos de arroz, hoy miradores explicativos, se alcanza a ver todo el paraje. En los peldaños de las escaleras de caracol, huellas dibujadas de bípedos y cuadrúpedos, junto con sus respectivos nombres, amenizan la ascensión.


Fuentes de este reportaje:
- Experiencia propia, visual y lectora, in situ.
- http://www.roses.cat/es/Turisme/Natura/AiguamollsEmporda.aspx
- http://www.mma.es/secciones/biodiversidad/especies_amenazadas/vertebrados/aves/limicolas/limicolas.htm

11 mayo 2010

Casal Rock: Vejez, divino tesoro


Casal Rock es un programa de televisión espectacular, emocionante, alucinante, te pone los pelos de punta. Es tan sencillo como formar un grupo de unos veinte abuelos y abuelas dispuestos a quitarse miedos y prejuicios y a lanzarse a cantar a coro o en solitario rock, ya sea español, catalán o anglosajón. Se emite los martes por la noche en TV3, y es una auténtica gozada.

En él se ve cómo en sus inicios aquello es un desastre. Nadie afina ni lleva el ritmo, y Marc Parrot, que es quien lleva la batuta -en este caso la guitarra eléctrica- junto con Reichel Delgado, se viste de paciencia para enseñarles cómo mejorar. El equipo de músicos y dirección que tiene el programa es sencillamente mágico por el tacto que tienen con los ancianos, a los que animan, quieren y sobre todo respetan, y entonces el resultado es un programa de una horita si llega con grandiosos momentos de tristeza, de esfuerzo, de empeño, de ánimos, de éxito y alguna decepción.

Es algo extremadamente maravilloso ver cómo se les pone la canción "Zapatillas" de El Canto del Loco y ellos intentan coger el tono, hacen un cásting propio para elegir a los solistas, se van a sus casas y practican con sus nietos, con sus hijos, con sus amigos, cuando están en el supermercado con los vecinos, cuando le dan la papilla al nieto, cuando pasean por el parque, o incluso en la soledad de su propia casa, en una mesa camilla como Dios manda y los papeles de las letras sobre el mantel de puntilla, ellos allí tarareando, y cantan y se animan con unas letras que, siendo jóvenes, o para jóvenes, a ellos les enganchan como si fuera una canción de coro de las que allá por los años 40 cantaban en los colegios o en sus parroquias, o vete tú a saber dónde.


Durante el programa se introducen pequeños detalles de las vidas de los ancianos, todas ellas tan sencillas como las de nuestros propios abuelos, enseñan fotos de su juventud, y comentan muy brevemente muchas cosas que al espectador le llegan al corazón. Me quedo con la frase que dijo en el programa de ayer Inma, de 81 años y una de las elegidas para cantar "Zapatillas": "Yo hoy me siento más joven que en esta foto". En su mano, una imagen de ella con veintipico años...


El programa llena de alegrías a los abuelos, les enseña a cantar mejor e incluso a moverse, practican el ritmo e incluso se atreven con canciones en inglés. Ayer lo hicieron con "Sweet Child O'Mine", de Guns 'N' Roses, un tema complicado pero que daba gusto ver cómo una señora de Tárrega, Rosita, de 77 años, se atrevía a cantarla -la letra la tienen fonéticamente escrita- después de unos cuantos días ensayando en su casa, grabadora en mano, escuchando una y otra vez este temazo con un inglés fonético ininteligible pero al mismo tiempo excepcionalmente entrañable.




En el programa se ven cosas preciosas, como por ejemplo los esfuerzos que hacen para entender el funcionamiento de un mp3, pero incluso lo sorprendidos que se quedan algunos al ver que la música se escucha a través de unos auriculares que no saben ni cómo funcionan ni se han puesto nunca en las orejas. Los nietos, llenos de amor, los arropan que se le caen a uno las lágrimas de verlo, los ayudan y los examinan, y ellos dicen siempre que uy qué mal y que qué requetemal, pero siguen porfiando hasta acercarse a lo que busca Parrot, el cual no actúa como un mindundi blandito, sino que al tiempo que los mima les hace ver los fallos que tienen, les obliga a volver a empezar, a mejorar.

Simplemente, aconsejo a los que no pueden verlo por TV3, que se conecten al enlace que aquí os añado, y así puedan tener una idea de lo que hablo.

http://www.tv3.cat/casalrock/

Después de todos los esfuerzos, organizan un concierto en una sala, y allá las caras atónitas de sus familiares y amigos ante el atrevimiento dan fe del éxito de la iniciativa. El año pasado, viendo aquel programa y viendo llorar a muchos familiares, estaba incómodo en el sofá porque mi cuerpo me pedía estar allí disfrutando de aquellos abuelos tan majestuosamente alegres y felices. Qué mejor que eso. Vejez, divino tesoro.

10 mayo 2010

Cine y matrículas de honor


Medio mundo se rindió de golpe a la exuberancia de Sophia Loren.

Vaya por delante que una vez me creé cierta enemistad con cierta persona porque hablando con ella de todo un poco solté de mi boca inmunda que yo, si alguna vez tuviera el poder de decisión, nunca contrataría de periodista a una persona recién salida de la facultad con matrícula de honor. Para mí -añadí muy altanero yo sin conocer el pasado académico de mi interlocutor- una persona con matrícula de honor en periodismo es una rata de biblioteca que, salvo honrosas excepciones, no ha pisado la calle más que lo justo, y que es un estupendo periodista de manual, pero un inadaptado a todo lo demás, con que el periodismo siendo calle, literalmente le desborda. Es algo así como aquellos años en que yo hablaba valenciano con mis amigos de Ontinyent, y mi valenciano, de libro y extremadamente académico, no casaba con la pronunciación del día a día fuera del Cap i Casal. Yo ponía el pronom feble en su sitio, pero en un bar con cuatro cervezas en el centro aquello era un despropósito y un jolgorio en mi contra, hasta que, a base de amigos, novias, conversaciones y también de cervezas, llegó poco a poco, aunque nunca del todo, la simbiosis.


Dean, en el papel del atormentado Jim Stark, en Rebelde sin Causa.

Entonces, a ver si alguien me aporta luz. A mí me gusta el cine como a cualquier persona, no soy ningún entendido pero siempre que puedo me enchufo alguno de esos peliculones antiguos sin efectos especiales, con mucho cartón-piedra, ya sean de vaqueros, de romanos, en blanco y negro, de Hitchcock, de guerra o de lo que sea. Todo lo que huele a antiguo simplemente me encanta.

Antes, La 2 programaba habitualmente cine que aquí llamaremos clásico. Hoy se emite con cuentagotas a las dos de la madrugada en ese mismo canal, y últimamente películas de vaqueros tan largas que a esas horas no aguantan ni los búhos. El caso es que recuerdo que, cuando vivía en casa de mis padres, mi hermana María tenía el video programado para grabar todo lo que fuera eso, cine que para entendernos llamaremos antiguo. Pocas películas de Hitchcock han escapado a nuestra suma atención, y también los memorables musicales de Gene Kelly los hemos visto de pé a pá, con un sonrisón de oreja a oreja viendo coreografías espectaculares, escenarios brutales y decorados que hoy no se filmarían nunca. Nos sentábamos juntos a ver Ben-Hur, o Quo Vadis, o Espartaco, o La Caída del Imperio Romano -¡por favor!- y aquello era un sinfín de sensaciones.


¿Quién tiene hoy esta irresistible mirada de guaperas?

Entonces, lo que yo considero tan normal como todo este cine, lo que a su vez creo que es no solo cultura general sino parte de la historia del mundo, últimamente se me cae de las manos. En los últimos años he vivido situaciones que no sé muy bien qué significan. Tal vez sea que yo tengo una edad, y alguna de la gente que me rodea tenga otra, pero yo creo que hay actores, actrices, directores de cine que son tan importantes como para, como mínimo, conocer su nombre.

Pues no. Estoy, y siento decirlo, muy equivocado. Hace poco me dirigía a trabajar, caminando junto a un compañero, matrícula de honor de su promoción, y le comenté que la señora que aparecía en un panel de anuncios, publicitando no sé qué producto, se parecía a Sophia Loren. Aquel pelo a lo Mafalda, los labios finos pero estirados, las cejas y, sobre todo, la imagen grisácea y granulada, como del cine de los 50, le daban a aquella modelo un aire a la Loren. Mi compañero, a mi lado, soltó un "ahá" o algo parecido, y me rondó la idea imposible... "Sophia Loren", insistí, y entonces me dijo que no sabía quién era.


Una jovencísima Sophia Loren, en sus inicios.

Me quedé estupefacto y aún no acabo de comprenderlo, pero hace pocas semanas volvió a sucederme algo parecido. Esta vez en la misma redacción, bromeando con unos compañeros, a él le dije que se gastaba unos aires de James Dean con aquella camisa bien llevada, y entonces él y ella pusieron cara de extrañeza y preguntaron "¿quién?". Pensé que no podía ser, y que tal vez fuera aquello un problema mío de dicción -"ieims din"-, o incluso que en aquel momento no cayeran en el asunto, pero fuimos directos a google imágenes, pusimos James Dean y al ver las fotos la respuesta fue un "pues no lo conozco" que me noqueó.

¿Es posible? Algunas de las excusas que he oído son del tipo "es que no es de mi época", pero ¿acaso James Dean, Elizabeth Taylor, Paul Newman, Sophia Loren, Burt Lancaster, Charles Chaplin o el mismísimo Sean Connery son de mi época?


Esta italiana era y es hoy aún guapa, a sus 79 años.

Entonces, ¿qué ocurre? Dicen que el cine debería ser una asignatura obligatoria en los institutos, y así lo creo yo también, pero lo que me parece inaceptable es que en una facultad de periodismo se obvie todo el legado del séptimo arte. Aún recuerdo con sumo placer y nerviosismo cómo vibré el día que vi la primera secuencia de Sed de Mal, de Orson Welles, en clase de Televisión de Tercero de Periodismo con el profesor Prósper... tardé un año extra en aprobar la asignatura porque entre otras cosas andaba de becario en una revista y en un periódico, intentaba ir a clase y hacía el deporte de siempre, pero aquel ejemplo de cine, como tantísimos otros, no se me olvidará nunca. Una matrícula de honor, sin embargo, me pasa desapercibida.

06 mayo 2010

Rafa Glober contra Txurro debutante

Txurro, camino de Alcalá, en su estreno con una bici de carretera; la bici de la Pepa.

Al día siguiente de la etapa de Oliva que he narrado en la entrada anterior, quedé con Txurro, aquel amigo de Ontinyent que se fue de Agullent a Santiago de Compostela con la bici de montaña y las alforjas hace poco, y cuya hazaña también conté aquí en este blog.

Txurro quería pasar de 100 kilómetros porque quería hacer fondo, pese a no haberse subido nunca a una bici de carretera. Esa kilometrada, sin embargo, sí la había superado varias veces, con la de montaña, con lo que él y yo asumíamos que era más que capaz. Para esta etapa utilizó la bici de carretera de la Pepa.


En los primeros 80 kilómetros del día sufrí lo indecible camino de Pego.

De no saber adónde ir, acabamos haciendo 193 kilómetros, y yo no sé si añadir que gracias a que se ponía el sol, porque si no este tío me hace llegar a los 300, aunque fuera arrastrándome. Fue el día del "y si vamos a...". Total, salimos de Ontinyent a las 10.00 y llegamos a las 20.00. Subimos el puerto de Bocairent, seguimos subiendo hasta Agres por Alfafara, bajamos a Muro d'Alcoi y de allí fuimos a Planes. Allá cogimos la misma ruta que he narrado en la anterior entrada, con llegada a Pego.

Almudaina al fondo, en su especie de balcón abierto al valle.


En la ida, con aquellas subidas de uno o dos kilómetros y los descensos idénticos, con aquel rompepiernas, yo empecé a sufrir mucho. No iba nada cómodo y Txurro, sin embargo, se encontraba como si nada. No cené el día anterior, lo cual asumo como fallo, y tampoco desayuné en exceso. Me faltaba gasolina y el camino hacia Pego se me hizo eterno, duro y pesado. Cabeceaba en cualquier subida, intentaba ver las cosas de manera positiva pero no podía, y encima me asustaba la idea de que, al llegar a Pego, como era obvio, había que volver, con lo que aun yendo por el sitio más corto saldrían 140 kilómetros. No me sentía capaz, porque cuando las piernas no quieren no quieren, y sin embargo seguía hacia adelante llevado por la ilusión de enseñarle a Txurro aquellos lugares y porque conociera lo que es una salida de carretera pura y dura.

En la Font dels Dos Txorros de Quatretondeta... no siempre tienen que salir bien las fotos.

En realidad, la jugada pudo costarme muy cara, porque el riesgo de pájara existió en todo momento. Yo iba comiendo y bebiendo de lo que llevaba, poco a poco y asimilando, pero sabía que iba justo. Muy justo. Tuve que tirar de veteranía, es decir de economizar esfuerzos, de dejarme caer cuando podía hacerlo, de no forzar más que lo justo, de mantener las piernas sueltas, y de que el corazón fuera el motor de un cuerpo sin gasolina.

En las subidas, Txurro siempre iba 100 metros por delante.


Al final llegamos a Pego a las 14.00. El hambre que yo tenía era tanta que paramos en un bar. Cayó un almuerzo-comida como mandan los cánones: bocata de lomo con queso, cacaos, olivas, un litro de Coca-Cola por cabeza y un té. Con esto, el depósito se llenó, y por arte de magia a partir de ese momento fui otro.

Rafa, acusando el no cenar bien el día de antes, y el desayuno demasiado liviano.

Volvimos por la Vall de la Gallinera, y con un ritmo vivísimo. El calor en estas horas centrales del día era muy fuerte, pero el viento del mar nos refrescaba por detrás al tiempo que nos ayudaba en la ruta. Llegamos a Planes y apareció el primer "y si...". "¿Y si subimos el puerto de Beniarrés?". Pues subimos.

De camino, la carretera que bordea el embalse de Beniarrés nos dio una de las mejores visiones del día. El pantano estaba al límite, hermoso, magnífico, fue un momento espectacular la primera visión de aquellas aguas que en pocas ocasiones han llegado a esos niveles.

Aquí se empezó a gestar la gran batalla. Antes de entrar en Beniarrés pueblo, que está justo en la base del inicio del puerto, avisé a Txurro, y le dije aquello que dice Óscar de mí: "Rafa es un tío noble, pero en la bici...". "No te fíes de mí, Txurro", le añadí. Pero se fió. Ese fue su error. Nada más empezar la ascensión, con más de 135 kilómetros en las piernas, y después del día tan malo que yo había pasado, decidí jugármela. Quise probar a Txurro. Íbamos en paralelo y no me escondí, metí el plato, me levanté de la bici y empecé a remar. Ël salió a mi alcance sin problemas, recortando el hueco inicial sin esfuerzo, y entonces me adelantó. En este punto yo saqué el manual del pirata, y cuando se me escapaba irremediablemente, le grité: "Ya te lo había dicho, lo mío era de fogueo". En realidad me temblaban las piernas y el corazón se me salía, pero él, aún se lamentará por ello, levantó el pie y se dejó coger. Oh, Txurro, qué gran error. Fuimos juntos unos metros, y justo después de decirle que no debía haberme esperado, lancé otro ataque. Este fue definitivo. Me fui unos metros, en un falso llano metí el plato y empecé a abrir hueco. Conozco el puerto de memoria, y sé que hasta las antenas de un kilómetro antes de la cima se puede ir fuerte, y a partir de ahí dosificar si llegas justo. Lo di todo, abriendo la boca y balanceando, con el plato grande al límite, mientras Txurro luchaba por detrás contra el pirata que lo había engañado.

Superé las antenas y quité el plato, bajé dos piñones y empecé a regular. "Queda tanto y le llevo tanto", me decía, y seguía mirando para atrás en cada revuelta. Al final vi que llegaba delante, e intenté coger aire en los últimos 500 metros, o me moría allí mismo. Paré al coronar y, cuando Txurro llegó, le faltó insultarme. La camiseta de Rafa Glober al viento, el pirata había ganado. Una vez más, Óscar tuvo razón. Txurro, sin embargo, se la apuntó para la próxima. "¡Ahora sí vamos al Campello!", exclamó, y entonces no me pude negar.


La reivindicación del Rafa Glober en la camiseta interior.

Bajamos hacia la ruta de Beniatjar, Carrícola i Atzeneta d'Albaida, conectamos con Albaida i l'Aljorf, y aparecimos en Aielo de Malferit, base del Campello. En el camino hasta Aielo, numerosos repechos con carretera ancha se me hicieron eternos, y mientras Txurro se iba por delante, yo reducía gasto con pedaleo fácil, porque un segundo puerto con la kilometrada que llevábamos, no se podía tomar a la ligera. En Aielo pasamos a ver a Bea, la mujer de Txurro, que no daba crédito, nos tomamos un plátano y empezamos de nuevo a subir. Ya llevaríamos 170 kilómetros.

Cada uno a su ritmo, íbamos intercalándonos hasta que Txurro empezó a ceder un poco. Yo puse un puntito más sin que se notara el ataque, y llegué a la primera cima delante. Estaba muerto, pero no podía decírselo, así es que en la segunda ascensión, que llega un kilómetro después de la primera, de nuevo fue la misma táctica. Puse un ritmo inicial suave, y al mínimo hueco apretaba un poco para irme, hasta abrir un hueco fácil. Sin embargo Txurro no se iba a rendir, y si bien a un kilómetro de la cima lo tenía como a unos 15 segundos por detrás, en los últimos metros, y cuando sacaba el móvil para hacer una foto de la cima, al girarme me saludó con un "aaaaagggg", y pasó delante. Me devolvió la moneda con una sonrisa de oreja a oreja.

Txurro sacó la casta en el Campello-Portitxol para devolverme la moneda en el último metro.

Allí arriba ya estaba todo hecho. Sólo quedaban cinco kilómetros de descenso y unos dos kilómetros de subida final a casa, para cerrar un día memorable con 193 kilómetros -sumados días más tarde mapa en mano- y unas sensaciones buenísimas. Un día mezcla de turismo y batalla. Cuando acabé dije que no lo volvería a hacer nunca. Como siempre, días después sé que eso es mentira.

03 mayo 2010

Por la Vall de la Gallinera y de Alcalá

En el poblado morisco de l'Atzuvieta.

Mohammad Abu Abdallah Ben Hudzäil al Sähuir es más conocido como Al-Azraq, el de los ojos azules. Hijo del gobernador, el valí Hudzäil al Sähuir, y de madre cristiana, tuvo su poder en el siglo XIII en las pocas tierras valencianas que Jaume I le cedió, tras la instauración del Reino de Valencia, en la Vall d'Alcalá, donde nació, y de la Gallinera, ambos en la provincia de Alicante, lindantes con la de Valencia. El rey aragonés quiso darle su espacio a Al-Azraq, pero éste volvió a las armas acuciado por su pueblo, que le pedía respuestas ante el maltrato cristiano. Tuvo la vida de Jaume I en sus manos, pero al final murió, en Alcoi, en 1276, mientras cercaba la ciudad por un nuevo triunfo en el campo de batalla. Poblados moriscos como el de Atzuvieta permanecieron en el tiempo unos años más, hasta que en 1356 fueron abandonados, dejados en manos de esporádicos pastores y rebaños, hasta que la expulsión de los moriscos en 1609 dejó todo aquello vacío, con pequeños grupos de repobladores cristianos en el siglo XVII, hasta su completo abandono en el XVIII. Hoy son piedras que se mantienen en pie, pese al expolio de algunos delincuentes, que ven en su piedra vieja y aquellos arcos moriscos un lujo para sus casas particulares, ante la impotencia general. Todo esto lo reviví junto a Alberto Medina, quien me llevó en volandas por aquellos vericuetos, montados en bici, con salida y llegada en Oliva, en una jornada de 112 kilómetros, sol y mucho que aprender, allá por dónde nos llevaba la carretera, las piernas y las ganas de combinar deporte y algo de historia.

Alberto, por la Ruta de los Ocho Pueblos.


La jornada, para los curiosos del pedal que quieran un día acercarse por allá, e incluso para los que lo quieran hacer en coche o en moto, nos llevó por los siguientes pueblos: Oliva, Pego, l'Atzuvia por la CV-700, para entrar de lleno en la magnífica y tranquila Vall de la Gallinera, y entonces meternos en el mismo barranco, con algo de agua allá abajo, y luego en el pequeño camino asfaltado entre pueblos minúsculos, algunos abandonados y otros a punto de estarlo, en lo que se conoce y está marcado como La Ruta de los Ocho Pueblos, un tramo de apenas 14km: Benirrama, Benialí, Benissivà, Benitaia, la Carroja, Alpatró, Llombai y Benissili, antes de llegar a Planes poco después de pasar cerca de Catamarruch.


Llombai, pueblo abandonado en la década de 1970; al fondo, en el pico cortado por la foto, el castillo de Al-Azraq, aún en parte en pie.


Desde Planes, dejando allá arriba su castillo y su magnífica vista, encaramos más cuesta arriba si cabe, justo desde la rotonda que hay antes de entrar al pueblo y que enfila la CV-708, hacia Benialfaquí, luego Almudaina, para más tarde dejar a la derecha y abajo Benillup, y coger la CV-710 hacia Millena, por una doble curva con pilones en los bordes del barranco, y pared vertical al otro lado, donde sólo faltan los indios allá arriba, aunque puede que estuvieran, porque cuando saqué el móvil para hacer una foto, éste cayó de mi mano como si una flecha lo hubiera derribado, para darse un fenomenal golpe contra el asfalto, a 40 por hora, aunque, milagro, sobreviviera. Como en las películas de vaqueros.

El buen humor va en proporción a la buena compañía.


Dejando Millena descendimos a Gorga, donde almorzamos y luego encaramos la CV-754 hacia Quatretondeta, luego Fageca, y de allá a la izquierda, por la CV-720, luego hacia Tollos por la CV-713, y Beniaia, Alcalá de la Jovada, por allá donde la Vuelta a España pasara el año pasado tan rápida, visto y no visto, y por la CV-712 a la Vall d'Ebo, donde los patos descansaban a la sombra de un árbol milenario, y justo después de pasar cerca de la Cova del Rull, donde yo prometo adentrarme algún día.

Uno de los arcos moriscos que aún sigue vivo en l'Atzuvieta; en primer plano, el 'roto', a la derecha, de la base del que falta y que alguien ha robado.

Desde la Vall d'Ebo sólo quedaba subir el puerto de unos 3 kilómetros, dejando el espectacular y amenazante Barranc de l'Infern a la derecha y allá abajo, muy abajo y muy lejos, para poco después coronar y regalarnos un maravilloso descenso teniendo de fondo la marjal de Pego, Oliva y todos los pueblos costeros de alrededor, y por supuesto el esplendoroso mar, inmenso Mediterráneo.


La marjal de Pego, abajo; el Mediterráneo de fondo. Impagable vista.

Y todo gracias a Alberto, que es un maestro en esto de conocer lugares magníficos, como el de esta jornada con lavadores antiguos, algunos con techumbre y la mayoría sin ella (extraña circunstancia), con sus miles de fuentes repartidas entre pueblos, entre bajadas de agua, en las plazas de cada localidad, allá donde uno se las espera y donde no, con la Foradà en el fondo, aquel hueco de ocho metros que se ve minúsculo en lo alto de la montaña, cuando buscas la Vall d'Ebo y a la izquierda el agujero te indica que más allá es Valencia, y más acá Alicante.


¿Buscas una fuente con agua clara y fresca? Pregúntale a Alberto o a Rafa; dicen que las huelen, pero no es cierto, porque ellas están siempre donde deben estar. Esperando.

Son esos momentos en los que piensas que vivir un día así es por lo que hace años decidiste hacerte cicloturista, porque cuántos y cuántos lugares me serían desconocidos si no fuera por el esfuerzo de levantarse a las seis de la mañana, montar a tu bici y decirle: "Venga, preséntame a Al-Azraq y cuéntame su historia, acércame a su entorno, y dime cuán lejos le era el mar teniéndolo tan cerca". Siempre hay alguien que te lleva, a veces eres tú quien lo hace, y siempre se agradece, por lo que recibes y otras tantas veces por lo que das. Al día siguiente, yo lo hice con mi amigo Txurro. Pero esta será la siguiente historia.


Alberto haciendo de guía, señalando la Foradà camino de la Vall d'Ebo.



La Font dels Dos Xorros, en Quatretondeta, agua clara para el cuerpo; los hay quienes no se fían de estas fuentes, expuestos como están desde que nacieron a prejuicios y exceso de limpieza; aquí sólo hay agua, mirar más allá no es beber.


Uno de los puentes que atraviesan los pequeños barrancos que llevan de Gorga hacia Quatretondeta, entre montañas arcillosas que amenazan deshacerse con la próxima lluvia.



Alberto, subiendo hacia Almudaina, entre algunas de las copas de los árboles -pinos, cerezos, olivos, almendros, melocotoneros- dobladas por el peso de la nieve de este invierno.


Alberto es conocido por sus emboscadas ciclistas, como ésta, con un porcentaje muy alto que te pilla de sorpresa. En honor a la verdad, hay que decir que sólo fueron unos metros.




Aquí se prensaba la oliva, por el caño bajaba el aceite, y de recogido al comercio o a la mesa.


Esto es cicloturismo. Ella te lleva, tú pedaleas y, cuando quieres, paras, descansas... y lees. Pero siempre aprendes.


Que sea todo muy bonito no quiere decir que no haya que sufrir un poco. Ni una casa hasta donde alcanza la vista, ni por delante ni por detrás.


Las rampas son las protagonistas durante todo el día, en tramos de dos kilómetros en lo que se conoce como un auténtico rompepiernas.



No puedo dejar de agradecer a Alberto el gran día que me hizo pasar.