26 diciembre 2011

Andorra: Busque los arcenes para los ciclistas que no vendrán

Texto publicado el 26 de diciembre de 2011 en El Periòdic d'Andorra bajo pseudónimo Giacomo Carretero. Aquí, el enlace: http://www.elperiodicdandorra.ad/contraportada/a-la-contra/16329-busqui-els-vorals-per-als-ciclistes-que-no-vindran.html

Para ser justo, tengo que decir que fue seria la rueda de prensa de la pasada semana para presentar la etapa de la Vuelta a España 2012 con llegada al Coll de la Gallina, en Andorra. Días después, simplemente aquello me parece una broma, una tomadura de pelo. Quizás es que las conexiones entre los ministerios no existen, o quizás es que existen otros factores que hacen que las cosas, sistemáticamente, se hagan como el culo. Con perdón.

En aquel acto, Javier Guillén apostó para hacer de la Gallina un lugar al nivel de atracción cicloturista de un Angliru o una Bola del Mundo, y quien sabe si incluso un Mortirolo o Tourmalet. Ey, que pocas bromas con aquella subida, que de dureza tiene de sobra. El guante lo cogió el ministro de Turismo, está claro. Francesc Camp piensa en la caja que al fin y al cabo supondría para el país, recibiendo grupos de cicloturistas atraídos por un nuevo mito. Entonces, el tema es que hacemos promoción por un lado, queremos que vengan cicloturistas a ver nuestras montañas, pero la cagamos bien cagada con una red de carreteras principal donde el ciclista firma el testamento. Es indignante que a cada obra nueva que se hace en el país la sensibilidad que se demuestra hacia los ciclistas es nula. No somos nadie. Se hizo la obra de la Margineda hacia Sant Julià de Lòria y allá de arcenes, ninguno, pero sí una acera medio vacía de peatones. Ahora se acaba el 'mamotreto rotondero' de los túneles de Dos Valires y la cosa empeora, porque aquí nadie aprende.

Bajaba el otro día en bicicleta dirección Escaldes. Tenía curiosidad por vivir encima de la bici el nuevo 'mamotreto' y, cuando salí de allá, pensé: «Vivo de milagro». Una locura, de bajada y también de subida. Hacia abajo, vas por la derecha sin arcén –ya no había tal cosa– y entras bajo la obra cuando se hace un carril, superas la rotonda y continúas por la línea blanca, con el muro a centímetros de tu brazo derecho –como yerres, acabas estrellado y aplastado por el coche de detrás, que pierde los nervios a un metro de ti, pero ¿qué puedes hacer? ¿Desaparecer?–, y cuando el muro acaba, llega por el mismo lado el carril de incorporación de los que vendrán de la Massana que, por cierto, ni tienen señal de ceda el paso ni se la espera. Es decir, molestas al de detrás, que no te podrá avanzar, y mientras tanto haces malabarismos para mirar de reojo a la derecha, rezar porque justo en aquel instante no baje ningún coche del otro valle y cruzarte un carril de golpe para ponerte, como manda la lógica, lo más a la derecha posible donde, de nuevo, tampoco hay arcén, pero sí una acera de palmo y una valla roja que te amenaza. Guapa, eso sí. Que mola.

Y de subida... el consejo es que, si eres ciclista, te esfuerces, campeón. Si subes dirección Encamp, pasas FEDA y, como irás por la derecha sobre la línea blanca –¿ya he dicho que tampoco hay arcén?– lo más normal si no vas a la Massana –que no puedes, porque entrar en el túnel en bici está prohibido– es que busques la lógica dirección, y esto es, apunta bien, cruzarte un carril hacia la izquierda, sin pensar, por tu vida por favor no pienses nunca, que un coche te pasará por encima. Entonces, ciclista, lucha por salvar la vida, mantener el ritmo de 12 por hora y seguir a la derecha, hacer como que vas dirección a la Massana –la pendiente aumenta, ¡eh, a que es guay!– y después baja del 'mamotreto' como si vinieras de aquel otro valle. Sin arcén, insisto.

¿Qué hacen los políticos, ingenieros y la tropa implicada? Es posible que de las mil reuniones para establecer los proyectos nadie diga, escuche, aquí un arcén, que si caben dos carriles y se puede hacer ancho, cabe un metro más. Arcén, por favor, que si no los ciclistas –cicloturistas es el concepto: ¡tu-ris-tas!– no vendrán, porque para jugarse la vida ya tienen su casa en España donde, por cierto, hay una normativa de Seguridad Vial. ¿Para cuándo esta en Andorra? ¿Por cuándo una unión de colectivos, una reivindicación? ¿Para cuándo un grito unánime?

24 diciembre 2011

Caganers



He aquí los trabajadores (por ahora) de El Periòdic d'Andorra, deseando en estos días de mierda unas felices fiestas.

22 diciembre 2011

¿Dónde está el Gordo?

Con el coche al ralentí, Manu, cámara de televisió, esperaba sentado en el asiento del conductor, una mano en el volante, otra en la pierna derecha preparada para la acción. A su derecha, María la de producción, móvil en mano, I-phone con gps, internet, satéltite, todo a punto. Detrás, Eva, maquillada, perfumada, peinada, cansada de buena mañana: la periodista. En la furgoneta de detrás, parabólica al techo, la unidad móvil con los técnicos. En la radio, el sorteo de la lotería de Navidad. Calma tensa.

A las 09.58 salta el Gordo: 58.268. Orejas tiesas. Al minuto, la radio cierra el cerco sobre el premio: Grañén, pueblo de Huesca, ladra el altavoz. María busca en internet, teclea y exclama: "¡Lo tengo!". El cámara embraga, pone primera y espera la orden. "Dirección Huesca", dice la productora. Manu hace chirriar las ruedas, y la furgoneta, detrás, les sigue sin ceder un metro. "A-23 y en Almudévar dirección Tardienta, Almuniente y Grañén. En una hora estamos allí", informa María.

En Grañén, el pueblo está revolucionado. Las calles están repletas de gente que deambula con cara de extrema ilusión. A quien no le ha tocado el gordo tiene un familiar cercano que lleva una participación. La periodista mira con atención y capta el ambiente, mientras el equipo técnico lo prepara todo. Manu tiene la cámara lista, esperando la señal de producción, mientras María le dice a Eva que el pelo, oye, te tapa la cara. Desde los estudios centrales reciben el grito de prevenidos, y allá que se lanzan en tensión a sus puestos. Micro en mano, Eva cambia el rostro impasible por una sonrisa de oreja a oreja, y María caza a Antonio, el de la charcutería, que tiene un décimo en la mano y no para de llorar. Son 400.000 euros que pasea como si nada por la calle.

El pinganillo de Eva es una jaula de grillos y ella intenta ordenar sus ideas. Suena el grito de "¡dentro!" y la sonrisa preciosa se torna en discurso alborotado. María intenta controlar a los emocionados agraciados, familiares y amigos que se agolpan detrás de la periodista y Antonio, que entra en plano con el décimo, los ojos rojos y una sonrisa que no puede evitar. Por detrás, saltos, confeti y champán, y mientras María gesticula pidiendo calma ante la acción, tres botellas hacen plof y Eva acaba bañada en oro, con Antonio abrazándola, María desesperada y el cámara gravando sin parar, mientras en los estudios centrales la presentadora de turno, impoluta, asume la situación con gracia. Eva despide, pone el grito en boca de Antonio que gime algo, y dan paso a la publicidad.

Empapada y pegajosa por el champán que le ha llovido, Eva ya no sonríe. María intenta poner calma y todos vuelven a la furgoneta y al coche. Unas señoras se acercan a la periodista para disculparse y limpiarla, y el estropicio se arregla más mal que bien, pero Eva estará lista para las siguientes conexiones, casi idénticas en locura.

A las seis de la tarde, sin haber comido más que un bocata de jamón que les ha hecho Pepe el del bar -"invita la casa", dijo-, recogen cables, cámara y equipo, bajan la parabólica y suben a los vehículos. El pueblo parece recuperar la calma. En el asiento de atrás, Eva explota a llorar, María delante la mira por el espejo del copiloto, mientras Manu, callado, agacha la cabeza y se enciende un cigarrillo. Arranca, salen de Grañén y María pone la radio: "Esta mañana, al mismo tiempo que se celebraba el sorteo de Navidad", dice la locutora, "los nuevos ministros han jurado su cargo en el Palacio de la Zarzuela". Algo parece que ha cambiado, pero María, Eva y Manu comparten sensación: todo sigue igual.

20 diciembre 2011

Soltar piernas a Casinos

Salida a Casinos (Valencia) el sábado pasado. 110km a media de 27. Fantástica compañía, aceptable tiempo otoñal, dureza la justa y piques pocos pero presentes para activar el cuerpo y soltar piernas... Aqui os dejo los datos del Garmin de la vuelta hacia Valencia, y dos videos de los ataquitos en el camino de huertas entre la Pobla y Bétera, cortesía de Javi Bellvís. Primera salida seria de la temporada. Ahora, a esperar unos días, quien sabe si semanas, que en Andorra llueve y nieva. Por fin.
Enlace
http://connect.garmin.com/activity/135482033



http://www.youtube.com/watch?v=zyc4AGJ4vVU


http://www.youtube.com/watch?v=xvCeO41D4Og

15 diciembre 2011

Detalles (urbanos)

Ante la paranoia generalizada entre los ciclistas urbanos de Valencia después del alarde de 'recetismo' indiscriminado que ha traído consigo la Policía Local, me llaman la atención algunas actitudes a posteriori de los usuarios del pedal, entre los cuales me sorprendo a mí mismo.

Se han puesto, según algunos medios, 530 multas de 200 euros en un periodo de tiempo muy breve. Las infracciones, varias: ir sin luz, oyendo música con auriculares, circular por la acera, saltarse el código de circulación... Ante la psicosis, al llegar a la ciudad he oído de todo, desde decir que el ciclista urbano debe llevar casco -es obligatorio en vías interurbanas, esto es en carretera-, hasta que tiene que ir con chaleco reflectante cual operario, e incluso que en una vía donde haya carril bici, no puedes circular por el asfalto. Todo bastante raro, por no decir incierto.

http://www.vlcred.com

La crisis existencial me ha afectado, y así ayer me vi en un carril bici de la avenida del Puerto, parado en un semáforo con la acera de enfrente a dos metros, con un sinfín de peatones cruzando como si tal cosa en mi cara, ningún coche ni vehículo a la vista, y con otros dos ciclistas justo detrás de mí esperando a que el rojo mudara para dar rienda suelta a nuestras piernas.

La escena se ha repetido a lo largo del día (entre pitos y flautas, me he cascado 20km urbanos de gestión en gestión), pero la que más me ha gustado ha ocurrido ya por la noche, a eso de las 22.00. Iba por la avenida de la Pechina (calle del Pintor López), esto es paralelo al río dirección el mar, con mi luz trasera a todo trapo y gozando el airecillo y la calma, cuatro o cinco carriles para coches, a esas horas vacíos, cuando al pasar por la delegación del Gobierno he visto que una bici quería incorporarse a la avenida. No venían vehículos, salvo yo mismo, y me ha sorprendido el tiento con que esa bici buscaba su sitio en el asfalto, como atemorizada. Al pasar cerca, he examinado al sujeto: una señora de entre 60 y 70 años, con falda gris más abajo de las rodillas, suéter blanco de lana y gorro de idéntico color a juego, gafas de marco dorado, redondas, y una cara de entre monja y dulce y entrañable mujer. Su bici era antigua, roja, con luz delante y detrás, de dinamo clásico, cesta en el manillar y portaequipajes a cola. Y al superarla la he perdido de vista.


Al seguir mi camino, me he parado en el semáforo que cruza el puente del Real, a cualquier hora con un tráfico espantoso, y en aquel momento un maravilloso desierto. A mi lado, solos ante la línea blanca y bajo el disco rojo, ha parado la señora. Con calma, frenando tranquila y apoyando primero el pie izquierdo y luego el derecho. Silencio absoluto. No ha habido saludo, pero los dos hemos compartido la sensación ciudadana de esperar pacientemente, en la penumbra, a que el semáforo nos diera el visto bueno para arrancar. Tendría que ser lo normal.

Lástima que, si fuera de día en hora punta, esa señora tendría un altísimo tanto por ciento de posibilidades de morir espachurrada por un coche, con aquella flema ciclista, en aquel punto de separación de carriles, cuatro rectos, dos hacia la derecha, con los bólidos pidiendo paso, los autobuses nerviosos ante nuestras cojoneras presencias, y los taxistas con una mano en el cambio y otra en el pito, prestos a soltar su rabia por la boca o donde fuere.

Respeto mutuo entre bicis y vehículos a motor. Sería lo mejor.

diariodeunalemol.com

casco bici

14 diciembre 2011

Detalles

Aguas de Valencia es la Iberdrola de turno, pero en aguas y en Valencia. Evidente. Tiene dos oficinas de atención al cliente en la ciudad, una en el puerto, cerca del circuito de Fórmula 1, allá donde hace unos años solo había barriobajerismo y se calzaba uno el costo que quisiera en aquella garita extraña al fondo a la derecha de cierto bar, y otra en la avenida Antic Regne, en el centro de la ciudad. Chic. Las dos oficinas, dos planetas irreconocibles.

Me presento en la del puerto porque de paso he ido al relojero Esparza que hay al lado. En la puerta de la oficina hay cola. Dos rumanos, dos africanos, una gitana con un niño en brazos, falda ancha y negra y coleta hasta la cintura. Pregunto cómo está el tema y me dicen que dentro me dan turno. Entro y pregunto allí, y me dicen que no es turno, es preguntar quién es el último. Una señora con zapatillas de andar por casa levanta la mano desganada, me examina de arriba a abajo y dice: "yo soy la última". Lleva una fea pinza rosa en el pelo de tamaño XXL y se aguanta el bolso sobre el prominente estómago, calzado este debajo del pecho. En el centro de la estancia, dos mesas de atención al cliente, tres a lo sumo, niños en el suelo, gente apoyada en la pared para que luego te atiendan contándole tus problemas al menda de turno delante de todo el mundo, a la vista y casi al tacto, allí hacinados.

Pienso un momento. Algo me dice que en la del centro esto va a ser más efectivo, me digo. Atraído por la curiosidad y, no lo niego, por hacer la gestión lo más rápida posible, salgo de allí, cojo la bici, me pego el paseo agradable hacia el Antic Regne y encuentro la oficina. Puerta de cristal ahumado, señorona ella, trabajador en la mesa de la entrada que, sin buenos días ni sonrisa pero con educación, aprieta una tecla que acciona un número que es tu turno. Pasas dentro y unas veinte sillas encaradas a un cartel automático que indica "número 101, mesa 2", y yo tengo el 110. Hay gente, dos monjas, un tío que ojea el Jueves, una pareja joven, dos sudamericanos aburguesados, tres o cuatro jubilados y un hombre que huele a cerveza, pero como hay más de diez mesas de atención al cliente aquello fluye que hay que estar al quite. Enseguida, "número 110, mesa 6". Me atiende una sonrisa en una chica preciosa, pelo recogido y una imperceptible capa de maquillaje. Sus manos teclean con cariño. Salgo de allí en dos minutos con la sensación de que me dejo algo. ¿Su número de teléfono?

08 diciembre 2011

La primera salida

Salida en bici al balcón para aprovechar el sol de diciembre. De corto. Primera sesión de la temporada. Después del descanso, empezamos de nuevo.