28 marzo 2011

¿Nos toman por imbéciles?

Vamos al trapo. Aquí va una declaración de Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón, después de inaugurar la terminal en la que no hay ni un solo avión porque no hay ni tan solo permisos en regla. La frase la copio pero añado el enlace donde se puede escuchar el audio. ¿Preparados?: "Hay quienes dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones, no han entendido nada. Durante mes y medio cualquier ciudadano que lo desee podrá visitar esta terminal o caminar por las pistas de aterrizaje, algo que no podrían hacer si fueran a despegar o a aterrizar aviones". http://www.elpais.com/audios/espana/Carlos/Fabra/Hay/quienes/dicen/estamos/locos/inaugurar/aeropuerto/aviones/han/entendido/elpaudnac/20110325csrcsrnac_2/Aes/ Puede ser que yo sea una especie de estúpido pelagatos izquierdoso de mierda, pero creo que no entra en tema de ideologías pensar que este tipo ha perdido el norte. ¿Por quién nos ha tomado? Puede ser, quién sabe, que nos haya tomado por lo que somos: unos estúpidos que leemos estas cosas y se nos enciende la luz ante la mamarrachez, pero que en realidad, luego, a la hora de la verdad, él y los suyos siguen gobernando. Absolutamente irreal.

26 marzo 2011

Arcadi Alibés y sus maratones olímpicas

Arcadi Alibés es un periodista de deportes de TV3, un clásico entre los clásicos, si se me permite. El hecho de hablar en este blog de este hombre, de 51 años, es simplemente porque él transmite, tal vez sin quererlo pero puede que expresamente, el espíritu deportivo, de atleta de maratones, medias maratones y hasta de 100km. Lo que haga falta.

Pero la principal razón es su archiconocido reto de hacer todas las maratones de las ciudades que han acogido unos Juegos Olímpicos. Es decir, Atenas, París, Saint Louis, Estocolmo, Melbourne, Atlanta, Seúl, Pequín, Montreal, Helsinki, Barcelona, Moscú, México DF... Es decir, hasta este año son 22 maratones, de las cuales sólo le falta Los Ángeles.

Hace unos días, con motivo de la llegada de la Volta a Catalunya a Andorra, pude hablar con él.

¿Por qué este reto de las maratones olímpicas?
Se me ocurrió que podría hacerlo, que era ponerse metas como quien se pone objetivos de bajar el crono o quiere hacer tantas carreras al año o lo que sea. Pensé que una manera de motivarme sería hacer todas esas maratones olímpicas.

¿Intuyo que no busca un crono específico?
No, claro, ya no tengo edad. Con 51 años no puedo rebajar marca, seguro. Con el paso de los años buscas otros objetivos. Ahora sabes que correr como antes es imposible, pero te buscas otras cosas, como mejorar la marca de cada año, por ejemplo.

¿Cómo lo hace para poder correr todas las maratones olímpicas?
He tenido que hacer optimización de viajes, es decir, por ejemplo cuando corrí en Melbourne pues aproveché para correr en Sidney. Son ya muchos años haciendo esto.

En tu vida has corrido 106 maratones, esta temporada han sido cuatro -Estambul, Nueva York, Tokio y Barcelona-, ¿qué le dirías a la gente que no entiende por qué se hace tanto deporte?
Lo importante es sentirse bien con uno mismo. Hacer deporte a mí y a todos los que lo hacemos nos aporta eso. Buscamos objetivos y motivaciones y pienso que también es un trabajo de salud, físico y mental, simplemente hay que ponerse a correr, y ya está.

Arcadi Alibés debutó en una maratón en Nueva York en 1983 y con 24 años y un tiempo más que discreto de 4h 22min 21s. La última donde ha participado este 2011 fue en Barcelona, con un crono de 3h 54min 15s. Justo una semana antes de la maratón de la capital catalana, Arcadi disputó la de Tokio (en la imagen) en 3h 28min 23s, y cabe decir que la carrera nipona fue apenas nueve días antes del fatídico terremoto y el posterior tsunami y todo lo que sigue. El mejor tiempo que tiene en una maratón lo consiguió en Sevilla, en 1994: 2h 53min 06s, con 34 años.

Más información sobre su reto olímpico, en su pàgina web: http://www.arcadialibes.ppcc.cat/
Además de fotos, hay crónicas de sus carreras. También ha publicado el libro "Córrer per ser feliç: 42motius i 195 raons per córrer". Nota: Fotografías extraídas de la web http://www.arcadialibes.ppcc.cat

23 marzo 2011

Carretero a tus carretas

Es lo que pasa. No puede ser que un carretero como yo decida por las buenas lanzarse por sendas peliagudas después de cuatro meses sin probar lo que es la bicicleta todo terreno, las piedras, los quiebros, las raíces y todas esas cosas que se ponen por delante cuando vas por el monte.

Y lo que pasa es que si la senda es muy estrecha y a derechas tienes ladera, pero a izquierdas hay un barranco, lo normal es que, en caso de tembleque, duda o patinazo, caigas por el peor lado. El caso es sentirse la mantequilla en una tostada: Ley de Murphy.

La senda dirección a la Cova Negra y Bellús, desde Xàtiva.

Tal cual. Curva peraltada a izquierdas, después de un pequeño descenso que te impulsa, y zasca, quitas un pie porque lo ves claro, saltas por encima de la bici porque ya estás cayendo, pones las manos por delante para agarrarte a lo primero que puedas y, como fue el caso, caes en un zarzal hermoso y bien formado. Uy, ay, uf, ¡mierda!

Heme aquí cual carretero, envuelto en una hermosa mata de pinchos.

El resultado es que la bici se queda arriba, que tú estás abajo, que das gracias porque desde donde tu cuerpo ha parado de caer hasta el río Albaida hay aún bastante trecho y tienes los pies clavados en algún sitio que te sujeta, y entonces lo normal, que sería pensar primero en cómo salir de allí, se convierte extrañamente en sacar el móvil y hacer una foto al momento. Qué estupidez.

Estupidez o no, el caso es que si no fuera por estas fotos, no estaríamos aquí ahora soltando una sonrisa y pensando en lo enfermo y divertido que es el tío Rafeta. No piensan lo mismo mis heridas, pero todas ellas ya están desapareciendo. Así que calma y buen humor o, mejor dicho, carretera y manta.

21 marzo 2011

Concepto de hostilidades

Llegas a las 9.30 del día 20 de marzo a la puerta del Campus de la Universitat de València. Las Fallas se quemaron la noche anterior y no queda ni rastro de ellas por la ciudad, pero sin embargo al ver aparecer ciclistas asumes que la última mascletà está por llegar. Miguel, el entrenador del equipo de triatlón de la Universitat, dicta sentencia: "Hoy, salida de hostilidades".
Arriba, de izquierda a derecha: Quique, Rafa, Jordi, Tello y Fede.
En el centro: Luis, Julio y Javi
Abajo: Miguel, Carlos, Raúl, Alfredo y Marlen

Carlos, Luis, Paco y yo nos acoplamos al grupo, y dirección a Cullera la propuesta es ir a relevos cortos. Cortos, pero intensos: a 36 por hora, a 38, a 40 en ocasiones, con una media al llegar al final de 31,5. Se nota falta de práctica en eso de los relevos en muchos de los jóvenes triatletas, pero precisamente por ello se hizo aquel ejercicio, para ir aprendiendo. Al final, somos cinco o seis de un grupo mucho más amplio los que vamos pasando. Jordi, Miguel, Raúl, Carlos, Luis y yo, con alguna ayuda de Fede, Tello, Paco, Alfredo, Julio o Quique.

A la vuelta, la guinda. Miguel explica el plan de hostilidades: A cada uno se le asigna una pareja, que viene a ser un rival, y un punto de meta (el mirador de la Albufera), y allí se ha de llegar por delante del que te han asignado. De compañerismo, nada. Me toca el hueso duro: Raúl. Todos empezamos a mirar a nuestro respectivo 'compi' de reojo... ¡Chin, chan! Se afilan cuchillos.

Calentando antes de El Saler. Julio, Luis, Quique, Paco, Fede, Alfredo, con Miguel al fondo.

En los primeros compases, Miguel da ejemplo e inicia la guerra intentando huir de Jordi, su rival. Raúl y yo saltamos a todo como si no quedaran kilómetros por delante hasta que el sevillano lanza un hachazo inmenso, demoledor, grandioso, inalcanzable. Quedan unos 20km y se va solo, Miguel me mira, le miro, pero ninguno nos atrevemos a ir a buscarlo, y le digo que tranquilo, que al final caerá. Panorámix es mi responsabilidad, mi rival, pero tengo que medir bien los tiempos. En realidad, no me quedaba aliento. Sin embargo, poco a poco le empezamos a recortar distancia y lo cogemos, y entonces propongo irnos los tres por delante del gran grupo, que está a unos 20 metros por detrás. Los relevos empiezan bien, pero en seguida queda claro que las fuerzas van justas porque Miguel, eso sí, muy educadamente, se salta su turno: "Raúl, pasa tú", se oye. Con esas, nos alcanza el pelotón.

El ritmo se aumenta a 36, a 38, y aunque decido jugármela en cabeza remando como un poseso, no consigo hacer ningún daño. "A 37 por hora ya no se queda nadie yendo a grupo", dijo después Raúl. Cierto.

Carlos y Raúl, en primer plano, al pasar Pinedo.

En la recta del Perelló, Miguel y Jordi, que andan a la gresca entre ellos, taponan la salida de Raúl cuando hago el enésimo cambio de ritmo, mientras oigo cómo mis piernas me insultan. La batalla de Miguel y Jordi juega a mi favor, porque mi rival se queda cortado, y a mi rueda se pega Quique, que me grita desde atrás que no me da relevos porque no puede. Me sorprendo por poder moverme a 38 por hora en aquella recta infernal que siempre parece que pica hacia arriba, pero me giro y veo que me comen terreno. Sin ayuda, no voy a ningún sitio, pero asumo que detrás estarán sufriendo, y eso siempre me permite engañar a mi cerebro y seguir luchando.

Al girarme de nuevo, veo a Luis en cabeza de pelotón, que va a por mí. Sigo dándolo todo, cada pedalada es como un palazo que me cuesta, pero sé que les está costando cogerme. Justo al llegar a la rotonda, nos cazan a mí y a Quique, y justo en ese instante, Raúl, que sabe que atacar a tu rival cuando va escapado y le cazas es el mejor momento, suelta lastre.

El grupo, con mi casco en primer plano ocupando más espacio del necesario en la foto.

Es otro ataque infernal del genio de las Navas. Me deja reventado, pero al salir de la rotonda lucho por coger ritmo. Jordi me pasa por fuera y me intento enganchar a su rueda, mientras Carlos se va a por Raúl con facilidad. Si hacen dúo, se me irán, pienso, pero la ayuda de Jordi es clave para cogerles. Al agruparnos, Fede me pregunta cuánto nos queda. Por señas le pido unos segundos para recuperarme, le digo cuando puedo que unos 5 kilómetros y de nuevo volvemos a los ataques sin cuartel. Entonces sale por la izquierda el típico convidado de piedra, un desconocido que nadie sabe de dónde ha salido. Se va solo aquel sin nombre y entre los intentos de ir a por él -¿alguien se preguntó por qué?-, nos quedamos delante Raúl, Quique y yo. Quique vuelve a disculparse por no dar relevos, aunque se ofrece un par de veces, y Raúl y yo, a menos de 3 kilómetros del punto de meta, nos obligamos a darlo todo para que el pelotón no nos coja.

La lucha es desigual, tres contra diez, pero el terreno que queda nos permite seguir luchando. Luis, Carlos, Miguel, Jordi, todos tiran por detrás, y cada vez que nos giramos les vemos un pelín más cerca. "Venga, que llegamos", "rápido, que nos tienen a tiro", "vamos, un poco más", nos vamos diciendo sin resuello... Llegamos al puente que anuncia el mirador de la Albufera justo cuando cogemos al ciclista sin nombre que se nos había ido; punto y final de las cuchilladas, y suspiramos. Pese a conseguir llegar por delante del grupo, no logramos separarnos Raúl de Rafa ni Rafa de Raúl. Aun así, este es el concepto de hostilidades.

Nota: Esta crónica está narrada desde mi punto de vista. No estuve en los demás ataques y por tanto desconozco qué fue pasando con exactitud. Se aceptan narraciones paralelas.

17 marzo 2011

¿Qué piensa la rueda de delante de Raúl?

Hemos aumentado el ritmo y ya se han quedado todos. Sólo estamos Raúl y yo. Unos kilómetros antes ha habido el ataque de siempre, en la curva de siempre, después del movimiento de siempre -plato, balanceo, apretar los dientes y que se mueva el manzano: todos en fila india-, y poco después Raúl ha contestado con un demarraje al que era imposible que respondiera porque mi corazón ya iba a 178 pulsaciones y pedía tiempo. Ángel y Miguel me han pasado y Raúl ha mirado para atrás. Con el viento soplando endiabladamente en contra, se ha visto al borde del suicidio, organizados como estábamos y a 12 kilómetros de la cima del Pico del Águila. Se ha dejado coger y entonces he vuelto a soltar un latigazo, pequeño, doloroso para mí, pero efectivo. Ahora sí, Ángel y Miguel han cedido, y Raúl y yo ya estábamos solos.
El viento no era así, pero cuela.

He intentado soltarlo de mil maneras. Un ataque fuerte que me ha hecho más daño a mí que a él; un ataque sostenido que no ha dado resultado; un ataque corto en plena curva dura para ver cómo reaccionaba; un ataque en cada uno de los descansos donde podía poner el plato grande... Nada. Imposible. En todos, su rueda de delante seguía impertérrita.

Una imagen para ilustrar

Miraba hacia atrás en las curvas e intuía su chaleco amarillo justo detrás. Ojeaba por debajo de mis piernas mientras balanceaba para sortear el viento que se me ponía delante como una pared, y veía su rueda. Su rueda... No podía abrir ni un hueco de medio metro, no le veía la cara, no sabía cómo iba, sólo tenía dos datos: sus soplidos y su rueda.

Los soplidos me aportaban tanta información a mí como los míos a él. Es decir, íbamos al límite. Nada más. Su rueda me decía que tenía fuerza. Al pasar Gátova, en las rampas duras, he pensado en lanzar el último cartucho, a 3 kilómetros de la cima. Ha sido un ataque de poca monta, y ni siquiera se ha movido. Seguía firme a menos de un palmo de mí. Su rueda delantera acuchillando la mía trasera. Agarrapateado. Por un momento he pensado que me atacaría. Finalmente, para mi sorpresa, después de las rampas duras he vuelto a balancear, más para no perder el ritmo contra el viento que para atacar, y entre mis piernas he visto que su rueda de delante se separaba. Ha sido un segundo, menos, pero lo suficiente para sentarme, girarme y verle la cara, ahora sí, y oírlo. "Voy fundido".

Ya era mío. Ha caído por insistencia, por acoso y derribo. Qué gran rival, cuánto me hace sufrir y cuánto aprendo con él. Raúl López Grueso, gracias por ser hoy mi garrapata. Tu rueda decía muchas cosas.

16 marzo 2011

Valientes

Hay valientes de todo tipo, pero en este blog sobre todo entran los deportivos. Hoy hablo de Patxi Cisneros, de Javi Bellvis, de Javi Borso y de Samu Morillas. Los cuatro llevan menos de un año entrenando y compitiendo en duatlones y triatlones, y el domingo pasado se estrenaron en un duatlón de distancia olímpica. Esto es 10km corriendo, 40 de bici y otros 5 corriendo, que ya son palabras mayores.
Patxi, en plena transición.
Además, fue en Ontinyent, en unos circuitos tanto a pie como en bici durísimos. La bici los llevo a Aielo de Malferit en un viaje de ida y vuelta con el puerto del Portitxol en medio. Muy exigente todo.

Patxi, a pocos metros de coronar el Portitxol.

Los cuatro acabaron muy cansados, pero con el paso de los días, sin ni siquiera habérselo preguntado, sé que están muy satisfechos. Atrás quedan los dolores de piernas.

Samu, en la cima del puerto, y sonriendo.

Les esperan nuevos retos y nuevas batallas contra sí mismos, que es al fin y al cabo en lo que consiste esto de los duatlones y los triatlones.

Javi Bellvis, demostrando que cada vez va a más.

Yo les animo a continuar luchando y sobre todo a seguir disfrutando. El sufrimiento siempre tiene premio, y la satisfacción de acabar cada carrera no tiene precio.

Javi Borso, este hombre es todo valentía.

Nota: Las imágenes de esta entrada son propiedad de José Miguel Manzaneque, están extraídas de un álbum Picasa y he intentado pedir permiso para su publicación, sin que lo haya conseguido pues no había ningún dato para poder contactar. En todo caso, si fuera necesario, estoy en condición de borrarlas y destruírlas si el autor de las mismas así lo considera oportuno. Mi dirección es dameunrelevo@yahoo.es.

14 marzo 2011

Retorno fallero

Después de salir de Andorra y tras cinco horas de coche, tranquilas, pausadas, a 110km/h, aparecer en Valencia no me ha sentado bien. ¿Falta de costumbre?

Aparcamos y justo al salir oímos un petardo a pocos metros. No he puesto un pie en el suelo y me llega un fuerte olor a humo. Pequeñas columnas blancas se alzan sobre el cielo azul de la ciudad, y en el parque se ven cinco, seis, diez, unas quince paellas separadas por pocos metros. Ente medias, sillas blancas de plástico, mesas con tablones, servilletas de papel, cubiertos y platos y vasos de plástico, señoras con blusón fallero, señores con el mismo atuendo, algunos de pelo en pecho, gafas de sol, pañuelos en la cabeza, vasos de tubo en las manos, de cerveza en otras, niños correteando sin camiseta con una mecha en la mano y en la otra una caja de 'carpinteros', adolescentes ideando la más gorda, la banda de música haciendo el correcalles tocando con el tachín tachín fallero y Paquito el Chocolatero cada dos por tres, junto a versiones nuevas bastante conseguidas (todo sea dicho), el trompetista a cola aguantando el instrumento con la izquierda y soplando en posición inclinada, dándolo todo, añadiendo pequeños tragos de la cerveza que aguanta con la derecha, y sin perder el compás, al ritmo, perfecto, inaudito.
El olor a paella penetra en mi cuerpo. Se me abre el estómago, pero se cierra tan rápido como otro petardo explota a dos metros de distancia. Un perro corre despavorido huyendo de los niños de la mecha, y a todo esto el monumento de la falla, pequeño y modesto como siempre en el barrio, espera envuelto en plástico (la lluvia que se preveía, y que cayó por la noche y al día siguiente), ¿qui vol més paella? Se oye por una mesa, ¿cuidado que va masclet?, se intuye a lo lejos. ¡¡¡BOM!!!

Bienvenidos a las fallas. Luis García Berlanga estaría orgulloso, pero yo no salí del coche con buen pie. Tal vez sean los años de ausencia en esta fiesta. Hoy ya me siento más integrado.

12 marzo 2011

Frenético descenso

La semana ha sido larga y muy intensa. De deporte no he hecho mucho, sino nada, pero seguirlo lo he seguido. Estuve ajetreado siguiendo la Copa de Europa femenina de gigante y de eslalom que se disputó en Soldeu, en la pista Avet que tanto me gusta y que este año no creo que pueda volver a probar. Os dejo un video con cámara subjetiva de una de las esquiadoras andorranas que abrían la carrera. Espectacular.

04 marzo 2011

Las caras del 'glober'

Salir con semipros de Andorra no es lo mío. Hace un par de años hice una etapa de 80km con David y me dijo: "No debo bajar de 140 pulsaciones". Todo iba bien incluso cuando yendo a Castellbó, en las subidas él iba a 140ppm y yo a 170ppm, pero la cosa se complicaba, y mucho, cuando en las bajadas, cuando yo debía recuperar, él aumentaba el ritmo precisamente para no bajar de esas 140ppm. Aquel día lo di todo, aunque a rueda, y acabé contento, pero a la mañana siguiente me levanté con un gripazo de mil demonios, porque debí de quedarme sin defensas de tal esfuerzo.

Hoy he vuelto a caer en la trampa, pero el desenlace ha sido otro. Había cinco ciclistas semipros y un 'glober' (¡hola!). Íbamos hacia la Seu d'Urgell pero un nubarrón nos ha puesto el miedo en el cuerpo y hemos dado la vuelta para ir a la subida a Os de Civís, donde se veía claro el cielo. En el llano les aguanto (creo), pero subiendo es imposible. Ha sido, pues, una salida que se resume con las caras del 'glober'.
CARA 1:
Es la imagen de la lucha. Quieres e insistes en seguirles. Te cabrea pensar que te vas a quedar, y te quiebras para estar ahí. Primero te guardas fuerzas porque crees que podrás ir a rueda gitaneando, pero luego asumes que a ese ritmo no sigues ni dos metros más al lado de ellos, con lo que todo el potencial se pone a trabajar. Lo das todo, pero como no es suficiente, sufres más que otra cosa.
CARA 2:
Esta es la expresión del 'flipao', la cara de tonto que se le queda a uno cuando va con todo lo que tiene carburando al máximo y ve que, sin darse cuenta, se ha quedado atrás. Ni tan solo te consuela que algún otro ceda también terreno, porque de los cinco de delante, ni uno se quedó atrás. Era el kilómetro 15 del día. Así, no vamos a ningún lado, 'glober'.
CARA 3:
Seguro que nos reímos de Rafa con este geto, pero es el reflejo de ver que, en un momento en que se abre la carretera y se pueden coger referencias... ¡ni se les ve! Entonces decides asumir tu problema, metes el rodillo más grande que tienes y ale, a subir a 10km/h.

Me esperaron arriba. En el descenso también me quedé, pero aquí no tengo ya que explicarle a nadie mi miedo para sortear curvas (seguro que en este punto del relato, Andy se ríe... ¡como si lo viera!). 'Globers' somos, 'globers' moriremos. ¡Orgullo 'glober'!

PD: Como además de 'glober' soy un orgulloso, al llegar a casa después de los 35km totales me he ido a correr media hora. La vuelta a Encamp. Y encima he disfrutado, seré imbécil...

02 marzo 2011

Afilando el cuchillo jamonero

Como no todo va a ser darme de bofetadas cada vez que salgo en grupo sobre la bici, cuando voy solo me gusta regalarme salidas chulas y tomármelas con calma. La más reciente es la de hoy mismo, donde me he dado el gusto de subir a Montellà sin prever que en la bajada iba a pasar más frío que un nazi a las puertas de Stalingrado. Sin embargo, arriba, la calma habitual entre terneros mamando y haciendo un ruido tremendo (¡slurp!), con el Cadí nevado al fondo dominándolo todo, y con unas nubes encima que quitaban el hipo ("quietas ahí", les decía).

Los 85 kilómetros de hoy, aun así, no han sido tan bucólicos y entre tanta moñiga de vaca. La carretera general y los túneles te obligan a ir con mil sentidos alerta, pero es una buena ruta para forzar en un sube y baja que dependiendo del viento que dé se las trae más o menos. Que se me haya olvidado en casa la luz trasera ha sido lo peor del día, y lo mejor que los Mossos d'Esquadra que me han mirado mal al adelantarme en plena oscuridad de uno de los túneles, no hayan sacado el papel de las recetas.
Hay otras veces en que decido pasar de la calma a la parsimonia, pero para ello es importante que no haga el frío de estos días en los Pirineos. Es decir, tiene que ser en la tierra prometida, allá en Valencia donde no saben lo que es bajar de 10 grados en febrero.

Así es que aquí me tenéis, dándome el gustazo de comerme un trozo de tarta de manzana con piñones, litros de miel y muchas pasas, mi cocacolita y mi nena a mi lado. La foto no tendría gracia sin apuntar que, tanta parsimonia y tanto pasotismo me impidieron darme cuenta de que ahí justo donde estaba sentado era la misma puerta del Ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna. Y mira que la plaza, el campanario, la gente bien vestida, los policías municipales de guardia, el cartel y todo en su conjunto lo dejaba bien claro. Pero que me quiten lo bailao.

Huelga decir que todas estas salidas suman, y que cuando baje a Valencia de nuevo, lo haré otra vez con el cuchillo de pirata entre los dientes. Porque es la vidilla, y porque no le daré el gusto a más de uno de dejarme atrás. En Andorra es otra cosa: a los toretes ni les intuyo el culo a lo lejos. Es otra liga.