15 enero 2013

Y por fin, el paquetón


Llevábamos tiempo esperando la gran nevada. Pues hela aquí.


08 enero 2013

¡Alegría!

Vivimos unos tiempos laborales de una dureza inenarrable, y me refiero a cualquier trabajo, pero especialmente al sector de la comunicación. Nadie se salva de la quema, porque el que está vivo lo está por tener una flor en el culo, como cuando te toca la lotería, que no es cuestión de pasar el décimo por chepas ni rezar a la virgen santísima, sino de que la fortuna diga tú sí, tú no. Hoy, por ejemplo, para seguir con las cuchilladas, un ere en Las Provincias, en Valencia, con 23 a la calle. ¡Flasca!


Ante el panorama laboral que se nos presenta, por mucho que algunos mantengamos el puesto de trabajo, podemos adoptar varias vías. Está la de la amargura, pensar en los pocos que nos quedamos y la dureza de tener que hacer el mismo trabajo que antes, o incluso más, y encima hacerlo a disgusto, regular tirando a mal y con una fuerte desmotivación porque una cosa lleva a la otra. Está, también, la opción del pasotismo, la de buscarse la vida (como si fuera fácil) y pasar del tema, en plan brazos caídos y que sea lo que sea porque, total, no sirve para nada.

Así, en este proceso mental que creo que puede ser lógico porque es como llevar un luto, que al final evoluciona, pues he llegado a la conclusión de que, lo primero, hay que sonreír, y lo segundo, hacer como el camaleón e intentar acoplarte al infortunio, que es en este caso lo que prevalece.

No niego que me busco la vida, pero en lo que hay, nada queda del periodismo que ahora hago o intento hacer, el de informar en un medio de comunicación, a cuál más tocado, si es que flota alguno aún. Así pues, he decidido abrir la ventana de mi vida cada día con un sonrisón, alegrarme de ir a una rueda de prensa de un campeonato escolar de balonmano, escribir sobre petanca si es preciso y hacer temas sobre rugby como si supiera de qué va ese deporte que sigo sin entender, pese a que me esfuerzo, o hablar de baile deportivo, todo mezclado con los partidos de bàsquet que me pirran, y donde me lo paso chachi. Es decir, alegría para el cuerpo, Macarena, que este trabajo tiene los días contados, y dentro de unas semanas, tal vez unos meses, quien sabe si algunos pocos años, estaré buscando un gabinete de comunicación donde me limite a enviar insulsos comunicados, sin poder indagar ni escribir con total libertad y hacer ese poquito de literatura (qué atrevimiento, perdonadme) que es tan divertida cuando a uno se le calientan los dedos sobre el teclado. Válgame.

Así pues, resumamos: es poner en práctica el consabido "para lo que me queda en el convento, me cago dentro", pero en versión positiva. Optimista, vamos. ¡Alegría! Así es que voy a hacer algunas llamadas, a ver qué tema saco mañana. Estoy por probar con la escalada deportiva. ¡Eh! Todo tiene su salsa.